Voces del sionismo —incluyendo el sionismo colombiano— cerraron filas en torno a la propuesta de “paz” presentada por el presidente Trump y se apresuraron a acusar a los palestinos por su rechazo.
Esta banal acusación pasa por alto que la iniciativa solo tuvo el apoyo del ocupante —Israel— y del facilitador de la ocupación —la administración Trump—. Ni el Consejo de Seguridad, el Vaticano o la Unión Europea acompañaron esta propuesta, que, dicho por varios líderes mundiales, es la más sesgada e impracticable propuesta de solución en los más de 70 años que lleva el conflicto.
Sin embargo, esta estrategia sionista de trasladar la culpa a Palestina esconde otras negaciones, mucho más trascendentales.
La primera es la criminal posición sionista de negar la ocupación —hecho elemental en el conflicto—. En su lugar, el sionismo usa una multiplicidad de eufemismos —conflicto interno, tierras en disputa, odio islámico o la cantinela del “terrorismo”— para ocultarle a la opinión pública que Israel es el ocupante en un conflicto internacionalmente reconocido como tal y que, derivado de ello, comete crímenes de guerra. Nunca, un embajador israelí o un portavoz del sionismo reconocerán este hecho elemental.
La segunda se refiere a la negación israelí del derecho mismo de los palestinos a la existencia. Por un lado, Israel nunca ha reconocido el derecho del pueblo palestino a existir. Por otro lado, Israel les arrebata el derecho identitario a los palestinos a reconocerse como tales y a reconocer a su patria, Palestina, y en su lugar, el sionismo propone que a los palestinos se los llame árabes, que a Cisjordania se la llame Judea y Samaria, o que la identidad palestina no es milenaria, sino un invento a lo sumo jordano.
La tercera negación israelí es el rechazo reiterado a la ley y al derecho internacional. Existen casi 90 resoluciones del Consejo de Seguridad que ordenan el retiro de Israel de Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este, el retorno de los palestinos que Israel expulsó y el fin de la creación de colonias israelíes en suelo palestino —que, dicho sea de paso, constituye un crimen de guerra—. Con que Israel escoja para cumplir cualquiera de estas resoluciones, el conflicto estaría resuelto.
La cuarta negación es también elemental y tiene que ver con la manipulación de la opinión pública por parte del sionismo en cuanto a las iniciativas de paz. Israel no acepta que nunca ha hecho una “propuesta” que incluya el fin de la ocupación militar o una soberanía real y decente para un Estado palestino. Tel Aviv tampoco acepta que, mientras ha hablado de paz, ha incrementado su colonización de Palestina, ni menciona que fue un sionista radical quien asesinó a su primer ministro Rabin cuando buscaba una real aproximación al diálogo.
Poniendo las cosas en orden, la pregunta no debe ser por qué los palestinos rechazan propuestas sesgadas que más parecen órdenes de rendición. La real pregunta es por qué Israel se empeña en violar la ley una y otra y otra vez.
* Luis Alexánder Montero Moncada es asesor político de la Embajada del Estado de Palestina en Colombia.
