En un país que aún trabaja para vencer las brechas que existen en el acceso a servicios financieros y en donde el efectivo es el protagonista, los pagos inmediatos representan una oportunidad fundamental para impulsar el desarrollo de un ecosistema financiero más inclusivo.
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Durante los últimos años hemos visto cómo millones de personas comenzaron a mover su dinero entre entidades financieras de forma inmediata, sin horarios restrictivos y desde sus celulares. Esta transformación ha sido posible gracias al trabajo articulado entre entidades, aliados tecnológicos, autoridades regulatorias y a los mismos usuarios que progresivamente comenzaron a adoptar esta nueva forma de pago y transferencias como parte de su cotidianidad.
Los beneficios son evidentes en todo sentido: reducción del uso de efectivo, mayor seguridad en las operaciones y tal vez la más importante: un avance concreto en inclusión financiera. Según Banca de las Oportunidades, más de 1,6 millones de adultos en Colombia ingresaron al sistema financiero por primera vez entre 2022 y 2023, y el uso de canales digitales creció un 38 % en ese mismo periodo. Personas que antes dependían exclusivamente del manejo físico del dinero hoy pueden participar activamente en la economía digital, incluso desde zonas rurales o con acceso limitado a canales tradicionales.
El avance de los pagos inmediatos en su esencia es cultural. Se trata de romper barreras, simplificar procesos, pero sobre todo de entregar confianza a quienes antes no la tenían en el sistema financiero. Cada transferencia inmediata es un voto de confianza a la capacidad del país para modernizarse con propósito.
El desarrollo del ecosistema de pagos inmediatos ha estado acompañado de innovaciones que han facilitado la interoperabilidad entre entidades. Un ejemplo temprano fue Transfiya, que desde 2020 habilitó transferencias en línea usando el número de celular como identificador, ampliando el alcance de los servicios financieros digitales.
Actualmente, en el marco de la transformación que impulsa el Banco de la República con la llegada de Bre-B, y ante la necesidad de unificar estándares de interoperabilidad en el país, se abren oportunidades para las entidades financieras, aliados y demás participantes del mercado, de brindar soluciones prácticas, regulatoriamente robustas y centradas en la experiencia del usuario, para crecer en un mercado cada vez más digital y consciente.
En conclusión, el futuro de los pagos en Colombia debe ser inclusivo, interoperable y democrático basado en una tecnología y experiencia que genere confianza al usuario. Al final, sólo seremos exitosos si en un par de años logramos, como ecosistema, incluir más personas en el sistema financiero y como consecuencia haber logrado disminuir significativamente el efectivo.
* Vicepresidente Comercial de ACH Colombia
Por Juan Diego Jaramillo González*
