Por: Jaime Parada, presidente de Win Sports
Durante los últimos años la ilegalidad y la piratería han representado un retraso significativo en múltiples industrias a nivel global. De acuerdo con un estudio de la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, se estima que los productos falsificados y pirateados, comercializados a nivel mundial durante 2019 alcanzó alrededor de los $460.000 millones de euros.
En Colombia, la piratería en particular repercute de manera significativa dentro de la economía nacional. De acuerdo con la DIAN, en razón a este delito se han reflejado pérdidas de alrededor de 149.000 empleos e, igualmente, solo en 2017, el Estado dejó de percibir más de $720 millones de dólares en recaudo de impuestos por evasión.
La televisión no es ajena a este flagelo. De acuerdo con las cifras de la Alianza Contra la Piratería de la Televisión Paga, actualmente se están generando pérdidas de cerca de 6.500 millones de dólares a la región, que se suman al caso de nuestro país, donde la piratería digital y el subreporte (cuando los usuarios reciben una señal de tv sin pagar por ella) duplican el promedio regional con un 46%, frente al 26% en Latinoamérica.
Se trata de un asunto preocupante a cualquier nivel, pues, además del lógico impacto para la industria en términos de negocio, ha impedido el avance del país en términos de conectividad y desarrollo tecnológico, lo que, por supuesto, también se ve reflejado en la calidad de los contenidos que reciben los usuarios y en el nivel del mercado audiovisual colombiano frente a otros internacionales.
Las transmisiones de fútbol, por su parte, son particularmente afectadas por la piratería digital. Alrededor del mundo se registran cada año cientos de plataformas que constantemente surgen, para llevar contenidos de manera irregular a los interesados en este deporte.
Se trata de una de las batallas más importantes de la industria, en la que la inversión en tecnología asciende año tras año, para detectar más rápidamente plataformas piratas, y denunciarlas ante las autoridades.
En últimas, más allá del negocio propio de los canales y los operadores, pretender acceder al fútbol de manera ilegal es condicionar a las ligas al letargo competitivo, pues es importante recordar que son precisamente los recursos derivados de los derechos de transmisión los que, en el mundo entero, han permitido generar mayores ingresos para los clubes y, consecuentemente, elevar el nivel del espectáculo.
Con los ingresos por concepto de transmisiones de fútbol es que los clubes pueden invertir en mejores fichajes y la competitividad de sus equipos, para poner, cada vez más, el nivel del futbol local a la altura de otros países del mundo.
En Colombia, por ejemplo, la piratería se traduce en impactos negativos para todos los equipos: los de la A y la B, pues, por decisión propia de los presidentes de clubes, todos reciben ingresos por igual.
En ese caso, promover de manera abierta el acceso irregular a las transmisiones del fútbol de nuestra Liga, además de ser ilegal, resulta injustificable y carece de cualquier sentido, especialmente para quienes creemos y seguimos al fútbol local desde tiempos memorables.