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Queremos hacer sonar una voz de alarma a raíz de la situación que hoy sufre el Archivo General de la Nación de Colombia por causa de la gestión de Armando Entralgo Merchán como director.
La dirección del Archivo requiere competencias técnicas, entre ellas la clasificación y ordenación de archivos, descripción de documentos, gestión de sistemas electrónicos y conservación y preservación de documentos. También son fundamentales las competencias en la atención eficaz a usuarios e instituciones que requieran consultar y conocer el Archivo y sus colecciones, tales como la digitalización y la reprografía que permiten la utilización del material conservado por parte de los ciudadanos. El director del AGN debe ser una persona consciente de los riesgos que acechan al patrimonio documental de la Nación, y ser capaz de innovar en los medios para no sólo proteger, sino aumentar ese patrimonio. Armando Entralgo Merchán no reúne ninguna de estas condiciones.
El señor Entralgo manifestó el día de su posesión en el cargo, el pasado 10 de noviembre de 2009, sentirse muy honrado por haber sido nombrado como director de esta institución, “cuya existencia desconocía”. En los meses siguientes, los usuarios del AGN hemos sabido que el nuevo director ha interrumpido de manera arbitraria la compra de equipos largamente esperados y diligenciados; en particular, una máquina copiadora de mapas de última generación, ya incluida en el presupuesto anual. También ha desplazado al personal idóneo del Archivo en la toma de decisiones técnicas, personas reconocidas por su trayectoria en la institución, por contratistas nombrados por él y que no son reconocidos en el medio. Recientemente ha dado orden de que ninguna reproducción —para las que en el AGN se contaba con protocolos establecidos, precios y personal encargado— puede ser hecha sin su autorización personal. Los abajo firmantes, usuarios habituales del AGN, al que acudimos para nuestro trabajo, nos inquietamos por lo que, a todas luces, es un manejo inconveniente del AGN y que desmejora ostensiblemente los servicios que ya había logrado establecer la institución luego de muchos años de esfuerzos.
Calificadas personas en el medio cultural y periodístico están dando cuenta de las circunstancias anómalas que se están viviendo en el AGN con la llegada del nuevo Director (revista Semana, del 16 de diciembre de 2009: “¿Con hoja de vida llega usted al Archivo General de la Nación?”; columna de Jorge Orlando Melo en El Tiempo, del 23 de diciembre de 2009: “La Radio Nacional y la Telegrafía”; columna de la periodista Cecilia Orozco Tascón en El Espectador, del 30 de diciembre de 2009: “La Radio Nacional al servicio de la reelección”; revista Arcadia, enero de 2010, columna de Nicolás Morales: “El Etesa de la cultura” ).
Los abajo firmantes, miembros de las universidades y centros de investigación que recurrimos al Archivo para nuestro trabajo, solicitamos la remoción del señor Entralgo de la dirección del Archivo General de la Nación. También proponemos que en futuros nombramientos para este cargo se tengan en cuenta condiciones de idoneidad en la comprensión de la misión del AGN en términos de la construcción de la conciencia histórica en el país y, por supuesto, conocimientos en archivística e historia, unos antecedentes mínimos de cercanía con el mundo de la investigación documental y competencias especializadas en la conservación, uso y accesibilidad del patrimonio cultural de la Nación.
Los firmantes: Sergio Mejía, Daniel Gutiérrez, Roberto Luis Jaramillo, Juan Carlos Villamizar, Paola Ruiz, Rigoberto Rueda, Vera Weiler, Franz Hensel, Carlos Gustavo Hinestroza González, Róbinson Salazar Carreño, María Mercedes Ladrón de Guevara, Sandra Velásquez, Adriana Díaz, Sandra Emilia Gaitán, Gisela Cramer, Paula Ronderos, Stefanía Gallini, Nancy Appelbaum, Catherine LeGrand, María Mercedes Ladrón de Guevara, Adriana Castañeda, Pedro Díaz, Renee Soulodre-LaFrance, Magali Carrillo, Delimiro Moreno, Mauricio Arango Puerta, Marcela Escandón, Cindia Arango, Miguel Suárez Araméndiz, Claudia Leal, Shawn van Ausdal y más.
La Revolución, ¿de un lado para otro?
Ahora que están de amigos Hugo Chávez, Fidel Castro y Rafael Correa, vale recordar que durante la presidencia de Rómulo Betancourt en Venezuela tuvo lugar la audaz intentona castrista para establecer el comunismo en Iberoamérica. La revista Selecciones del Reader´s Digest, de octubre de 1965, relata con pelos y señales que en la mañana del 1° de noviembre de 1963, en la playa solitaria de Macama (península de Paraguaná) dos hermanos campesinos que buscaban una cabra que se les había perdido, dieron con un bote de aluminio de 5 metros de largo, con un magnífico motor fuera de borda y huellas de muchas pisadas en la arena negra, que los llevó hasta encontrar enterrados varios sacos con fusiles y cajas repletas de cartucheras. En el lugar la Policía empleó unas cuatro horas para desenterrar este depósito, dejando en el suelo una zanja de 27 metros de largo por 2,5 de hondo y dos de ancho. El escondite contenía nada menos que fusiles automáticos, ametralladoras, cañones antitanques, morteros, bazucas, cargas de demolición y millares de cartuchos, con un peso de tres toneladas. En ese entonces Fidel Castro tenía 36 años de edad y se jactaba de que exportaría su revolución a Suramérica, especialmente a Venezuela, rica en petróleo.
Como se ve, esta exportación ahora se está cumpliendo a paso firme y sin pago de aranceles.
Raúl Córdoba Avilés. Quito.
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