Qué enriquecedores y oportunos los fascículos sobre la maratón Matemática y las memo fichas que nos está obsequiando El Espectador, que ojalá sean aprovechados como ayuda pedagógica en las instituciones educativas. Con estos ejercicios aritméticos y de raciocinio objetivista, se hace funcionar el hemisferio derecho de nuestros cerebros (¿cerebro triádico?).
Para un país con la folclórica e incipiente cultura que lo ha caracterizado, proclive al facilismo de lo lúdico, a la futilidad de los tarots y los horóscopos, a la literatura rosa y a la inane y a veces grotesca ridiculez del periodismo deportivo y de farándula, qué bien caen estos textos referidos a los fundamentos de la ciencia, a lo verídicamente fáctico y realista. A veces nos envanecemos de ser idealistas y retóricos, de poseer una élite intelectual sofisticada, pero con enaltecedoras excepciones, no hemos logrado presentar al mundo ninguna investigación práctica que nos haga ilusionar al menos con otro Premio Nobel.
Es muy fácil denunciar los problemas, pero lo útil, aunque difícil, es plantear las soluciones. ¿Consistirán en cambiar nuestros sistemas políticos obsoletos y en mejorar la calidad de los educadores; en evitar la injerencia inveterada de creencias y mitos ancestrales políticos y religiosos en la idiosincrasia de nuestras comunidades; en cambiar los modelos informáticos y el currículo de nuestros esquemas educativos, en procurar, persuadiéndolos, que los estudiantes sean más responsables y menos superficiales?
Sabemos con lujo de detalles quién es Michael Jackson, Maradona, Diomedes Díaz, Hugo Chávez, David Murcia, Madonna y otros personajes non sanctos; los argumentos de todas las telenovelas y la alineación de todos los equipos de fútbol, pero ignoramos quiénes fueron Arquímedes, Euclides, Pitágoras y Aristóteles, entre los antiguos, o Isaac Newton, Albert Einstein, Descartes, Pascal, Gauss, Hawkings, Borges o Saramago, entre los menos viejos.
En el libro de la Historia más van a perdurar los que enseñaron a pensar que los que aprendimos a soñar.
Hernando Corredor Quintero. Villavicencio.
Envíe sus cartas a lector@elespectador.com