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Antisionismo y antisemitismo

Columnistas elespectador.com: Luis Alexander Montero Moncada
02 de noviembre de 2021 - 06:40 a. m.

En el pasado, la definición de antisemitismo era “aquel que odia a los judíos”. Hoy, la definición es “aquel a quien el sionismo odia”. En palabras más directas, el sionismo manipula a la opinión pública y se presenta como una expresión inherente del judaísmo -cuando son cosas abiertamente diferentes-, con el fin único de esconder su naturaleza racista y su carácter ilegal.

La distancia entre judaísmo y sionismo es tan grande, que Albert Einstein, judío alemán, enviaba una carta el 1.° de abril de 1948 a Shepard Rifkin, el director ejecutivo del American Friends of the Fighters for the freedom of Israel -una de las organizaciones sionistas más poderosas en EE.UU. de aquel entonces-, en la que le decía: “Cuando una catástrofe real y final caiga sobre nosotros en Palestina, el principal responsable por esta será Gran Bretaña, y el segundo responsable serán las organizaciones terroristas nacidas desde nuestras propias filas. No me gustaría ver a alguien asociado con esa gente criminal y engañadora”.

Una lectura del libro Der Judenstaadt, del padre del Sionismo T. Hertzl, también muestra contundentes diferencias. El autor no proponía una teocracia (página 91 de la traducción hecha por la Asociación Sionista Argentina), desligándolo de esta forma del judaísmo tradicional.

En lo intelectual, pensadores judíos como Norman Finkelstein, Shlomo Sand, Ilan Pappé, Ury Avnery y otros miles -que el sionismo descalifica acomodándoles el grotesco apelativo de “judíos que se odian a sí mismos”-, han dejado claro que el judaísmo es una comunidad de creencias y valores articulados por una fe, mientras que el sionismo es una ideología inmoral, racista, criminal y engañadora.

En lo religioso, múltiples grupos de judíos ortodoxos hacen permanentemente pronunciamientos desligándose del sionismo, e incluso mostrando las contradicciones teológicas que existen con el judaísmo. Para estos grupos religiosos, el sionismo representa la herejía, el pecado e incluso la apostasía con el judaísmo.

Una pregunta aparece en escena. ¿Por qué el sionismo se apresura por usurpar al judaísmo y presentarse como sinónimos? La respuesta es obvia: para callar las críticas a las prácticas racistas y criminales de Israel, así como su desprecio por el derecho y las organizaciones internacionales, acusando de antisemita al que se atreva a hacerlo.

El sionismo ha acusado de antisemita a la ONU, la CPI, la CIJ, al Parlamento Europeo, ONG´s e incluso a judíos mismos, como el BDS, agrupación que promueve la protesta pacífica contra Israel, creada por la sociedad civil internacional, incluyendo a sobrevivientes del Holocausto.

El rechazo al sionismo no es un “odio desenfrenado” al Estado de Israel, sino una respuesta lógica a su ilegalidad y al odio que este esgrime sobre el pueblo palestino -que tiene más de 5.000 años de historia-, a quien le niega su derecho a la autodeterminación, roba su tierra y destruye cualquier posibilidad de configurar un Estado.

Por lo anterior, resulta grotesco el hecho que el sionismo colombiano quiera engañar al gobierno y al pueblo de Colombia diciendo que las críticas a Israel son muestras de antisemitismo y obligándole a circunscribir una definición amañada del fenómeno, que lo único que busca es criminalizar el libre pensamiento, la libertad de expresión y la más que justa crítica a Israel.

En Colombia no hay antisemitismo. Lo que hay es sentido común frente a las acciones de Israel. Obligar al Estado a asumir la definición de antisemitismo que promueve el sionismo es una simple falta de respeto. Más bien, Colombia debiera pensar una definición que explique el odio sionista a Palestina.

Por Luis Alexander Montero Moncada

 

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