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Teniendo en cuenta la campaña “semana del buen trato” que organiza la Administración del Distrito Especial de Bogotá, entre el día 19 y el próximo miércoles 25 de noviembre, me atrevo a proponer que en todos los establecimientos educativos, empresas, asociaciones y en los hogares se enseñen los beneficios que resultan de no arrojar basura en las calles u otros lugares públicos.
Si todos los ciudadanos nos abstenemos de arrojar papeles y otros elementos a las calles de las ciudades evitaremos la contaminación visual, ayudamos a que nuestras vías públicas se vean bien y evitamos las continuas inundaciones, producidas por los papeles que botamos a las calles y que tapan las alcantarillas. Entonces un “buen trato” es también preocuparse por el beneficio general en materia de aseo, orden y tolerancia.
Jorge Giraldo Acevedo. Santa Marta
Sobre nepotismos
Extraña palabra que parece extenderse por el mundo cada vez más, como una gripa pandémica. Ese gusto de los poderosos por “ubicar” a sus familiares en los círculos más cerrados del poder y/o asegurar una continuación de su herencia, de su “sangre” en el Estado. Lo vemos en Colombia, en Venezuela, en Argentina, pero también en África y en la mismísima República Francesa.
Al público parece no importarle mucho esta práctica —tan antigua como los papas (al fin y al cabo de allí viene esa palabreja “nepotismo”)— y las noticias sobre las “familias presidenciales” se convierten en una nota más de las frívolas secciones de jet set. Sin embargo, el mal sabor sigue expandiéndose con sus desastrosas consecuencias. Y eso que se supone que la esencia de las repúblicas modernas es la división de poderes y el control del “hiperpoder” del Ejecutivo.
A mí me parece que el voto universal y el referendo son mitos que engañan a los ciudadanos, con el sofisma de una supuesta participación popular. En ese sentido es necesario recordar las ideas de Marx en El Dieciocho Brumario de Luis Napoleón Bonaparte: el pueblo es fácilmente cooptado por “sus” dirigentes. El asunto es mucho más complejo de lo que señalo aquí. Aun así, insisto en que el nepotismo no es una costumbre política aislada, sino un vicio que nace de la entraña de las supuestas democracias liberales.
El Gran Presidente (y el primer ejemplo fue Napoleón Bonaparte en 1851) favorece a sus familiares y amigos en función de proteger intereses y afectos. Por otra parte, por algo los griegos hablaban de un método para elegir gobernantes, a través del tiraje al azar y no gracias a las “personalidades carismáticas” como decía Weber.
No más nepotismo. Digámosle no al “antiguo régimen” con todas sus artimañas, heredadas por las supuestas democracias modernas.
Pedro Escudriñez. Zipaquirá.
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