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Cualquier estudiante de derecho, sin mayor esfuerzo y análisis, tiene certeza de que para que se produzca el delito de cohecho tienen que intervenir dos personas; la misma etimología de la palabra contiene ese concepto: si falta una, no se configura el delito por física sustracción de materia.
Pero el caso de Yidis y Teodolindo es un enigma; tal vez lo podríamos denominar el misterio de la diablísima binidad: dos delincuentes distintos y uno solo verdadero. Aunque ahora, con eso de la realidad virtual, un experto en esos temas puede, de pronto, darnos una pista sobre el cohechador. O se trata de una variante de La custodia de Badillo: estamos ante un cohechador honrado. De todas maneras, es la más grande aberración jurídica en la historia de Colombia; teniendo en cuenta que de la época de los zipas se sabe poco al respecto.
Armando Riveira Molinares. Barranquilla.
El pequeño saltamontes
Si al ocasional lector la expresión “pequeño saltamontes” le trae algún tipo de recuerdo, sea nostálgico e incluso divertido, entenderá también el significado de la pérdida del actor David Carradine. Y no le parecerá exagerada esta nota necrológica.
Carradine pertenecía a una familia de actores (hijo de John, hermano de Keith y Robert), que a pesar de su naturaleza rebelde, demostró ser muy versátil: representó todo tipo de papeles en más de doscientas producciones para cine y televisión, desde la clásica El huevo de la serpiente (1977), dirigida por Ingmar Bergman, hasta la nominada al Oscar como mejor película Esta tierra es mi tierra (Bound for glory, 1976).
Pero sin duda, el personaje que llevará a Carradine a la inmortalidad es Kwai Chang Caine, un monje shaolín condenado a vagar por caminos polvorientos de Estados Unidos en búsqueda de un hermano que le permitiera iniciar una vida tranquila, mientras hace uso de las artes marciales, y aprovecha para impartir justicia en favor de los marginales y marginados. Todo eso transcurría en Kung Fu, la mítica serie de televisión en la que Carradine terminó apropiándose del papel protagónico, añorado por el legendario Bruce Lee, quien había soñado representar el personaje del monje que odia la violencia, aunque termine practicándola. En esta serie el actor colombiano Julio Medina intervino en dos episodios interpretando a un sacerdote.
David Carradine estuvo dos veces en Colombia, en 1987 participó con la linda Madeleine Stowe en una película dirigida por Ciro Durán llamada Nieve tropical (Tropical snow), sobre mulas del narcotráfico, y el año pasado en la realización de la recién estrenada serie Mental.
Las nuevas generaciones recordarán a Carradine en un papel corto pero contundente, siendo el objeto de la venganza de una mujer letal en Kill Bill. Sin embargo, los que llevamos un poco más de ventaja en el camino de la vida, seguiremos pensando en ese personaje solitario, callado, desgarbado, que tocaba una flauta sin sonido. Esa especie de hippie karateca, al cual un maestro ciego llamaba cariñosamente “pequeño saltamontes”.
Dixon Acosta. Bogotá.
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