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De cavernas e intolerancias

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Columnistas elespectador.com
25 de septiembre de 2009 - 04:18 a. m.
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Sorprende que, en nombre de la Constitución, el columnista Pascual Gaviria defienda en su escrito “Triunfó la caverna” el odio por motivos religiosos e ideológicos y la exclusión del ámbito público de todos los argumentos contrarios a su postura.

¿No es intolerante decir que los pro-vida y los católicos no tienen cabida en el debate público? ¿No tiene esto un sospechoso parecido a la censura?

Por lo demás, el autor asume que los únicos argumentos para oponerse a la clínica de la mujer son religiosos. Disiento. Los argumentos son jurídicos y políticos principalmente. Son jurídicos en tanto que provienen de una interpretación del artículo 11 constitucional y del alcance de la sentencia 355 de 2006, de lo que en ella hay de obiter dicta y de rato decidendi. Son políticos porque tratan del uso razonable del presupuesto público.

 Camila Herrera Pardo. Medellín.

En defensa de las bases militares

Todos los países suramericanos le pidieron al gobierno colombiano notificar por escrito el acuerdo con los Estados Unidos sobre las bases militares, pero ninguno ha pedido a Venezuela un informe detallado sobre los billones de dólares gastados en armamento ruso.

Según el presidente Chávez, esta compra se ha realizado previendo un ataque del pueblo colombiano. Desconoce el mandatario que Colombia no tiene la capacidad económica para adquirir ni el treinta por ciento del armamento que Venezuela ha comprado.

¿Por qué el pueblo colombiano tiene que informar el acuerdo hecho con los americanos? Si Venezuela y Brasil pueden sin ningún problema abastecerse de material bélico que en cualquier momento les permitiría inaugurar una tercera guerra mundial, ¿por qué Colombia debe dar explicaciones?

No olvidemos que las prácticas de los venezolanos adiestrando a sus pelotones de guerra siempre se han realizado imaginando invadir La Guajira. Que para Chávez lo más importante, además de siempre ser protagonista, es gastarse todo el billete del petróleo venezolano, sin importarle la recesión y el hambre que aguanta desde hace mucho su pueblo.

Pues bien, si nosotros no tenemos la capacidad económica para comprar armamento, lo más sano sería cobijarnos bajo la protección de los gringos, no solamente para combatir el narcotráfico, sino para estar en igualdad de condiciones por si en un mañana a cualquier pueblo vecino le da por invadirnos u hostigarnos.

 Enrique Casasbuenas Iregui.  Bogotá.

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