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De la Federación de Cafeteros

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Columnistas elespectador.com
07 de diciembre de 2010 - 02:54 a. m.
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En nombre de los cafeteros de Colombia y en el de la institucionalidad cafetera, les agradezco el rigor periodístico con que El Espectador cubrió e informó sobre el desarrollo del 75 Congreso Cafetero, que se clausuró el viernes anterior.

Llegamos a este encuentro gremial en circunstancias adversas por las condiciones de pluviosidad, que con inclemencia han azotado el país y afectaron la cosecha, cargando con los efectos de la apreciación de nuestra moneda y enfrentando las consecuencias de la reaparición de la roya, principalmente en cultivos aún no renovados con variedades resistentes. Con este diagnóstico, que ya habíamos anticipado cuando en agosto firmamos el acuerdo por la prosperidad cafetera, nos reunimos con toda la dirigencia gremial, para analizar la forma de superar estas dificultades, para ratificar nuestra cohesión y para recibir del Gobierno Nacional el contundente y generoso respaldo del presidente Santos, conocedor al detalle de nuestras vicisitudes y de la forma de acompañar nuestra manera de enfrentarlas.

 Luis Genaro Muñoz Ortega.  Gerente general. Bogotá

Bogotá: entre el mito y la calamidad

Cuando las incesantes lluvias hicieron crecer ríos que acabaron con los cultivos y las viviendas de los habitantes de ese imperio chibcha, el Zipa tuvo que recurrir a Bochica para que los liberara de tal contingencia.

El anciano sacerdote, luego de orar, señaló hacia el suroccidente del territorio. Con ese rumbo se dirigió en procesión hasta donde la sabana culminaba y enormes rocas represaban el agua llovida.

Con su bastón las tocó y éstas se rompieron dando origen al Salto de Tequendama, formado por el río Bogotá. De esta manera las penalidades de los muiscas cesaron.

¿Acaso se parecen el mito precolombino y la situación actual? Asimismo, ¿el fenómeno de “La Niña” se vivió en tiempos prehispánicos en las hoy tierras bogotanas? Como sabemos, desde hace tiempo el río Bogotá, además de muerto por contaminación, está agotado en su caudal, motivando que el Salto de Tequendama ya no sea atractivo.

Seguramente por estos días las aguas que inundan la sabana drenan a través del cauce del río Bogotá, arrojándose impetuosas en el mítico Salto de Tequendama, como en los tiempos cuando Bochica con su bastón rompió las rocas, dando origen a este lugar.

 

 Óscar Alfonso Pabón. Bogotá.

 

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