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Es una bendición que en nuestro país la libertad de prensa permita que publicaciones como la de ustedes fortalezcan la democracia a través de las investigaciones sobre diversos temas de interés general. Sin embargo, es muy triste que esta virtud se tergiverse cuando tales investigaciones se sustentan en la mala interpretación de los hechos.
Me refiero al artículo publicado por El Espectador el pasado domingo 4 de abril, el cual titulan “La senadora y el lavador”, en donde se me acusa de “hacer negocios con un hombre que había sido condenado por lavado de activos y cuyos bienes habían sido ocupados”. Un titular malintencionado como ese, denigra de mi integridad y de mis actuaciones, la cuales siempre han sido públicas y transparentes. Nunca durante mi trayectoria política me había sentido tan maltratada en mi honra y buen nombre. Mis actos políticos reflejan quién soy: en mi condición de médica especialista y como mujer, esposa y madre, he realizado mi labor de manera juiciosa y responsable en todos los escenarios.
Ustedes como periodistas serios tenían el deber de realizar una investigación profunda de mi hoja de vida, mi trabajo y mi trayectoria y sobre todo de cómo ocurrieron los hechos, antes de publicar un artículo tan perjudicial en mi contra. Al respecto vale la pena aclarar que el negocio que originó el giro del cheque a que se refiere su artículo fue una compraventa de un bien inmueble, negocio absolutamente lícito, realizado no por mí sino por el representante legal de la empresa de la cual soy socia; dicho inmueble no tiene ningún problema en su tradición de acuerdo con el estudio de títulos al cual fue sometido; ese negocio se celebró basados en el principio de la buena fe de las partes y como es costumbre en nuestro país, en su momento no se le solicitó pasado judicial al vendedor como requisito para la firma del contrato. Además, quiero recordarles que en este país muchos estamos investigados, pero todos merecemos el respeto al debido proceso y por supuesto la presunción de inocencia, derecho que tenemos todos los ciudadanos.
Señores periodistas, tengan en cuenta que detrás de cada actuación de una persona como yo, dedicada al servicio público, hay un ser humano con sentimientos y familia y afirmaciones mal intencionadas como las publicadas en este medio tan prestigioso, lo único que logran es maltratar y dañar la tranquilidad de los míos.
Dilian Francisca Toro.Senadora de la República.Bogotá.
Faltó una noticia
Como asidua lectora de este periódico, especialmente de los días domingos, atendiendo la variedad de temas y columnas, registro con profunda extrañeza el que una noticia de primera plana en todo el mundo como lo fue la muerte del señor presidente de Polonia, su esposa, parte de su gabinete y de su equipo de gobierno, no hubiera sido registrada en El Espectador del día 10 de abril de 2010, lo cual me privó de conocer la noticia de mi primera mano de información que es este periódico. Les ruego como lectora indicarme las razones por las cuales El Espectador no registró esa noticia.
Ángela María Londoño L. Bogotá.
R: La explicación está en que la tecnología heat-set que utilizamos en nuestra producción “tercerizada” nos restringe los horarios de entrega, muy especialmente en la edición del domingo que, por el alto volumen de circulación, debemos cerrar a la medianoche del viernes. Esta impresión, sin embargo, nos ofrece otras ventajas, como la nitidez inmejorable de la impresión y que el periódico no manche las manos del lector. También, gracias a los hornos por los que pasa el periódico, nos permite utilizar las tintas ecológicas a base de soya con que imprimimos desde comienzos del mes pasado, las cuales son amigables con el ambiente y con la salud de los lectores, pues no tienen elementos químicos como el plomo que las tintas tradicionales a base de derivados del petróleo sí contienen. Hemos hecho la apuesta a estas ventajas, que tienen la desventaja de que en casos no previstos como el del pasado sábado salgamos sin algunas noticias.
Corrupción
La corrupción es una horrenda plaga que a su efecto se va convirtiendo en pestilente lepra que va corrompiendo su objetivo lentamente hasta consumirlo o debilitarlo, repercutiendo severamente sobre una persona, grupo o sociedad, pues sus efectos lesionan muchos intereses.
Esta plaga no conoce de fronteras, razas, credos ni jerarquías, ha existido desde los inicios del hombre, su tamaño varía según su estatus o investidura, lo que dificulta su identificación inmediata y su erradicación oportuna y tantas veces los medicamentos apropiados para combatirla están más contaminados que el propio mal.
La corrupción cobija todas las acciones anormales, mezquinas y premeditadas del comportamiento humano, siendo la usurpación su principal accionista.
Si lográramos erradicar esta horrenda plaga y espantar estos contaminantes bichos de los entes gubernamentales, de las instituciones públicas y privadas, del seno familiar y de la sociedad, daríamos pasos agigantados hacia esa luz de esperanza tan soñada y añorada como es: vivir para luchar honestamente y no luchar por sobrevivir penosamente.
Óscar Ignacio Arismendy Tobón. Medellín.
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