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Del magistrado Namén Vargas

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Columnistas elespectador.com
10 de noviembre de 2009 - 04:38 a. m.
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En la sección Alto Turmequé correspondiente a la edición del 31 de octubre de 2009, bajo el título “Ánimos alterados”, incurren en afirmaciones inexactas cuya rectificación solicito mediante la publicación de esta comunicación:

1- El suscrito no se “ha caracterizado por la defensa que ha hecho del Gobierno en varias ocasiones”. Nunca, en acto público o privado, he asumido la “defensa” del “Gobierno”; tampoco, en mis atribuciones, deberes y responsabilidades, tengo esa función, la que siempre ejerzo, de cara al país, con absoluta claridad, precisión, honestidad, lealtad, ecuanimidad, imparcialidad, conforme a mis principios, convicciones e ideales, y con estricta sujeción al ordenamiento jurídico, sin perseguir ni esperar más que la eficiencia y eficacia de la justicia en bien de mis congéneres.

2- No es verdad que en la sesión de Sala Plena referida por ustedes, o en alguna otra, me haya exaltado y gritado a mis compañeros de trabajo; tampoco es mi estilo, ni forma, exaltarme y menos gritar a ningún ser humano; recibí de mis padres una sólida formación ética, trato a todas las personas como iguales, con decencia y cortesía, y todas mis intervenciones inician y concluyen con decoro, amabilidad y respeto. En las corporaciones las decisiones se adoptan por mayoría y jamás me he contrariado por la ausencia de acogimiento de las propias, limitándome en tal hipótesis a sustentar, defender y, en su caso, dejar constancia de ellas.

3- En el desarrollo de la sesión, formulé una propuesta en cumplimiento de la Constitución Política y la ley; luego de las intervenciones de rigor, como divulgó el Presidente, la Sala Plena reiteró por mayoría la “inviabilidad”. Solicité dejar constancia del sentido de mi voto y, de autorizarse, hacerlo público. Es el derecho de todo magistrado.

Por lo tanto, no se ajusta a la verdad que hubiera gritado dejar constancia de los compañeros “en contra de la Constitución y la ley”. Ni más faltaba.

Quien suministró información tan errada tiene el designio de causar daño a la dignidad de la justicia encarnada en la Corte por todos sus magistrados y desde luego disociar con patrañas calumniosas para lograr oscuros propósitos en beneficio, no del país, sino de su exclusivo interés.

William Namén Vargas. Presidente Sala de Casación Civil, Corte Suprema de Justicia.

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