En relación con las publicaciones que durante esta semana ha hecho El Espectador sobre la Registraduría Nacional del Estado Civil y sobre mi particular actuación, como lo manifesté personalmente el pasado lunes, entiendo que los servidores del Estado estamos sometidos al escrutinio público y que es misión de la prensa informar de manera responsable.
Los hechos publicados en el diario evidencian que no he realizado actividad alguna proscrita por la Constitución y la Ley. No obstante, la presentación informativa de los mismos, con consecuencias editoriales, ha insinuado una actuación malintencionada de mi parte, sembrando mantos de duda sobre mi proceder, sin fundamento alguno distinto a conjeturas e interpretaciones periodísticas, que inducen al lector a conclusiones que desprestigian el nombre de la Registraduría Nacional del Estado Civil y el mío propio.
Desconozco el interés que motivó a la fuente anónima que desencadenó esta serie de publicaciones. Sin embargo, en aras de la precisión, el equilibrio informativo y la confrontación de fuentes, espero que en el futuro se me dé la oportunidad de dar las explicaciones a que haya lugar, como ha sido mi permanente proceder ante los medios de comunicación y la opinión pública en general.
Carlos Ariel Sánchez Torres. Registrador Nacional del Estado Civil.
Adiós a Millos
Presento renuncia irrevocable a mi equipo de fútbol. Renuncio a ser hincha de Los Millonarios de hoy. Y renuncio, hasta tanto su presidente y cúpula directiva sigan “al mando” de la otrora gloriosa divisa. Volveré a apoyar al club cuando estos personajes dejen su oscuro, ineficiente y deplorable manejo. Por lo pronto, sugiero cambiarle el nombre por uno más acorde a lo que han hecho de él: Los Miserables. Bien lo dice el cantante: “Cómo me duele la piel, de tanto pensar en ti”.
Mauricio Salas. Bogotá.
No a los Doña Juana
El establecimiento de rellenos sanitarios como los de Bogotá están prohibidos en muchos lugares del mundo, debido a que son la peor alternativa para el manejo de desechos sólidos desde el punto de vista ambiental. Es insólito que la legislación colombiana aún permita este manejo, que ha demostrado tener muy graves efectos en la salud pública por la contaminación de los suelos y aguas subterráneas, por sus lixiviados y generación de gases efecto invernadero como el metano.
Jaime Salazar Mesa. Bogotá.
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