El desfile del 20 de julio demostró, a través de la evolución de las Fuerzas Armadas, que tanto el Ejército como el Estado colombiano tienen su origen en las gestas libertarias y que ambos nacieron insurgentes.
Desde el inicio se han venido expresando dos tendencias políticas que han hecho presencia en los doscientos años de vida republicana. Una tradicionalista, con hondas raigambres monárquicas, usufructuaria del régimen colonial, que ha insistido en la conservación de sus privilegios económicos, y políticos y cuya consigna “Viva el Rey, abajo los franceses” era una tácita aceptación del imperio colonial. Por eso el Virrey en los primeros días de la Nueva Junta de Gobierno era quien la presidía. Su lealtad al monarca se expresó nuevamente cuando Pablo Morillo vino a reconquistar el poder. El terrorismo del “pacificador” con fusilamientos, crueldades y atropellos, provocó la reacción de muchos tradicionalistas que se pasaron al bando de los revolucionarios, grupo que iba creciendo con la participación de campesinos y sectores populares.
Los tradicionales, después de la batalla de Boyacá, han sido señalados como “los godos” y han mantenido su poder basados en el control de los altos cargos administrativos. La otra tendencia, los revolucionarios o independentistas, se nutrieron de las tesis de la Revolución Francesa encabezada por Nariño y Bolívar. En el decurso de los años, ambas tendencias influyeron en la conformación de los partidos tradicionales y se diferenciaron fundamentalmente en la postura frente a la abolición de la esclavitud, frente al Federalismo y el Centralismo, a la separación de la Iglesia y el Estado, etc. Por ejemplo, Camilo Torres, autor del “Memorial de agravios”, le aconsejaba en carta a su hermano que se había quedado en Popayán, cómo debería reprimir el levantamiento de unos esclavos que se habían rebelado en sus haciendas. La lucha ideológica se ha manifestado siempre en la confrontación de la vieja sociedad premoderna que aún se niega a desaparecer y la nueva sociedad que reclama un orden social sin privilegios.
Las primeras guerrillas organizadas por Bolívar con los hijos de los terratenientes caraqueños fueron derrotadas y en Puerto Cabellos casi cae en manos de los realistas. Fue Alejandro Petión en Haití quien ayudó con cañones y fusilería a Bolívar derrotado, pero le reorientó su lucha con la consigna: libertad para los esclavos y tierra para los sin tierra. Así empezó a brotarle pueblo a borbotones. Las montoneras de descamisados y descalzos le dieron el triunfo en el Pantano de Vargas y de ahí hasta la conquista de Ecuador, Perú y Bolivia.
Miguel Ángel Tovar. Bogotá.
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