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Doscientos años de cultura

Columnistas elespectador.com

19 de julio de 2010 - 10:00 p. m.

Llega un día más de libertad, 200 años que nos hacen sentir más orgullosos de ser colombianos, de reconocer que vivimos en un país de sueños, de alegrías y de hermosos paisajes, de ver que cada día que pasa nos volvemos un país más culto y que seguimos en una búsqueda continua de la cultura.

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Orgullosamente hemos cambiado con el tiempo. Aún nos falta más, el uso de armas por libros, camuflados por guayaberas, sombreros vueltiaos o ruanas, una granada por un acordeón o cualquier instrumento que entona las bellas melodías de nuestro ritmos musicales típicos, que hacen llenarnos de alegría y  hacen mover el cuerpo de un hermoso orgullo patriota. Hemos cambiado con el tiempo desfiles militares por conciertos, bailes, lecturas e incontables eventos culturales en honor a nuestros días patrios.

Hoy por hoy nos hemos convertido en uno de los países con bastante cultura. Tenemos la biblioteca más grande de Latinoamérica en Bogotá, el Festival Internacional de Cine en Cartagena, el Hay Festival de Cartagena, El Festival Iberoamericano de Teatro —que se ha consolidado como el más grande de América Latina—, el Festival de Teatro de Manizales, la Feria Internacional del Libro, el Festival de Jazz de Bogotá y el Festival Internacional de Poesías de Medellín... y eso, sin incluir nuestros museos, que guardan un sin fin de obras de increíble valor universal.

Colombia, más que tener el mejor café del mundo, las esmeraldas más bellas del universo, tiene gente culta, tiene cultura para el mundo. Un orgullo que sólo 200 años nos ha podido dar.

 Daniel Arcila Barbaran. Bogotá.

De Íngrid a la Independencia

Las recientes muestras de opinión expresadas por todos los colombianos en los diferentes foros virtuales y tradicionales respecto a las acciones —discutibles o no— de Íngrid Betancourt dan muestra del grado extremo e intolerante de nuestra sociedad. No estudiamos las causas objetivas de motivación de la persona, ni la situación que vivió, ni la manera como pudo ser afectada por lo que le pasó. Simplemente la vituperamos y sometemos al escarnio, a la picota. Este tipo de posiciones surge en todos los conflictos sociales de nuestro país. No entendemos, ni hacemos el esfuerzo analítico de comprender que fenómenos como la inequidad, la exclusión, la pobreza extrema, el derroche de nuestros recursos, la corrupción en los procesos estatales, etc., han incubado en nuestra sociedad todo tipo de insatisfacciones y sentimientos de despojo que son caldo de cultivo para todo lo que nos ha pasado en estos 200 años que celebramos de Independencia.

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 Guillermo Rodríguez C. Armenia.

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