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La excelente crónica Ratzinger, en la hoguera, de Juan G. Bedoya, del diario El País de España (El Espectador, Domingo 18-04-10), describe de manera puntual los grandes logros y yerros del lustro de Benedicto XVI, no sin antes hacernos saber, con gran sutileza, que sus fieles admiradores cuentan que “es un gran trabajador y que ahora mismo está empeñado en culminar antes del verano su ingente biografía de Jesús de Nazaret”. Y, así mismo, recordarnos que, en su condición de civil, Joseph Ratzinger, “es un anciano de 83 años atado a su pasado de teólogo e inquisidor de doctrinas”.
Leídas y analizadas las fundadas y rigurosas críticas del periodista de origen cantábrico, enaltecido por la Comisión Europea con el Premio Europeo de Periodismo 2009, resulta entonces no sólo inevitable compartir su acertado diagnóstico sobre el desolador balance que deja el lustro de Benedicto XVI, sino entendible igualmente la aparente dificultad que habría tenido Bedoya para lograr un mayor equilibrio en su revelador escrito: son muchas más las sombras que las luces las que acompañan, desde aquellos tiempos en que el ahora pomposo Ratzinger fungía, con intransigencia e inmisericordia, como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
En cuanto a los crímenes de pederastia, torturas y maltratos cometidos por sacerdotes y obispos contra miles de niños menores, y del oprobioso encubrimiento que terminara involucrando a los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI y al cardenal colombiano Darío Cas trillón, no hay duda que ya forman parte del oscuro capítulo de libertinajes que marcan la historia de la Iglesia católica. ¿Cuál rumbo habrán de elegir sus actuales y poderosos jerarcas?
Ramón Francisco García S. Ocaña.
A favor de la ‘Operación Fénix’
La manifestación de desaprobación a la ‘Operación Fénix’, por parte del candidato Mockus en el debate de Caracol, es lo más grave y peligroso que he oído. Esto significa que al no ser una acción de legítima defensa sino un acto ilegal, los que actuaron en dicha operación son criminales de guerra, es decir podrían ser juzgados por la Corte Penal Internacional.
Rafael Jordán Rueda. Bogotá.
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