El Espectador y las luces

No en vano las columnas contribuyen a sostener los edificios. Aun si intangibles, como las periodísticas, igualmente se puede afirmar lo mismo de ellas.

Combinar como, por ejemplo, lo hace los jueves El Espectador publicando las reflexiones de Klaus Ziegler, Rodolfo Arango y José Fernando Isaza, cada uno lanzando a mares sus internas preocupaciones, confirma al periódico como bastión de la cultura. Iniciando con las reflexiones de Ziegler sobre el conservatismo atávico, pasando a la crítica sobre la grosera necesidad de defender los derechos fundamentales denunciada por Arango y navegando en la supuestamente “aburrida” condición de estos días carentes de políticas, decisiones y por tanto de crítica, confesada por Isaza, los lectores de El Espectador confirmamos que las luces no son las que prenden bostezantes adultos vigilando a ignorantes infantes en las noches de estos patéticos diciembres, sino aquellas que mantienen encendido el fuego de las almas todos los días del año gracias a la magia estremecedora que traen consigo las columnas del periódico cotidiano.

 Bernardo Congote. Bogotá.

Menos publicidad

Comienza un largo período de “publicidad gratuita” a las Farc, con motivo del anuncio de liberar cinco secuestrados. Definitivamente estos señores saben de estrategia publicitaria. En reconocimiento a la senadora Piedad Córdoba harán este gesto... Claro, cómo no hacer algo por su amiga del alma.

Pensamos que los medios no deberían darle tanta publicidad a un hecho que tiene que ser obligación de los violentos, porque el secuestro no es un “negocio” de la vida.

Ya hicieron el anuncio, esperemos a que sea un hecho y entonces ratifíquese la noticia; no estemos todos los días, tres veces al día, diciendo lo mismo, como si fuera el “gran favor” de la delincuencia.

Dijeron que la liberación sería para antes de la Navidad; ahora la senadora dice que no será en menos de un mes; luego dirán que las condiciones no están dadas por el Gobierno... Y la “publicidad gratuita” continuará.

 Gustavo Idárraga Celada. Medellín.

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