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El general sí tiene quien le escriba

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Columnistas elespectador.com
14 de diciembre de 2010 - 03:14 a. m.
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Al general Miguel Antonio Maza se le ha complicado su situación por las acusaciones que pesan en su contra por el asesinato de Galán.

Antonio Caballero le dedica su columna en Semana (dic. 6). Cito parte de su escrito:  “En el caso de Maza, siempre nos pareció a muchos(...) enormemente sospechoso que se hubiera empeñado en desviar las investigaciones sobre el asesinato de Galán hacia la cabeza de un inocente señor Hazbún, que acabó preso y sufrió un infarto por cuenta de esa falsa acusación y murió por ella. A un antiguo ministro que tuvo el valor de rendir testimonio a favor de la inocencia de Hazbún le hicieron un misterioso atentado que casi lo mata, por lengüilargo”.

El antiguo ministro que cita Caballero vive aún, se llama Carlos Obando Velasco, ocupó varios ministerios en gobiernos anteriores y pertenece al reducido grupo de políticos incontaminados por la corrupción. En el año 1996 el señor Obando escribió Una sopa para el diablo, un interesante y ameno libro de memorias. Ese libro, quizá por la modestia de su autor, que no acudió a columnistas de opinión para publicitarse, no tuvo la suficiente divulgación y hoy no se encuentra en las librerías. Quien desee leerlo debe acudir a la Luis Ángel Arango.

El último capítulo del libro, “Asesinato de Galán y atentado personal”, bien podría servir de cabeza de proceso contra el general  Maza y el coronel Óscar Peláez Carmona, como cómplices en el asesinato. Para resumir el relato: el  magistrado Obando era amigo personal de Alberto Jubiz Hasbún, ingeniero químico dedicado a  labores ecológicas, experto en cultivos hidropónicos. Horas antes del  crimen estuvo dialogando con él.  Ocho días después se informó por noticias de los medios que habían sido capturados en la oficina de un señor Valencia los asesinos de Galán, entre otros, su amigo Jubiz Hasbún. Convencido de su inocencia, se presentó ante los investigadores para atestiguar en su favor y ahí empezó su vía crucis. Llamadas anónimas amenazándolo, personal del DAS  solicitando retractarse y amenazándolo veladamente al negarse. Por último, en una cita concertada con oficiales dependientes del General, los cuales el señor Obando pudo identificar plenamente, entre otros, a un teniente de apellido Paredes, cambiaron las amenazas por la pistola y le dispararon, causándole graves traumatismos que aún afectan su salud. De las denuncias que Obando interpuso ante los juzgados por el atentado de que fue víctima, no queda ninguna constancia; todas desaparecieron, seguramente borradas por quien le disparó.

El señor Jubiz ya murió. Otros actores y testigos fueron asesinados. El señor Obando es de los pocos que lograron conservar la vida.  Si aún quedan restos de justicia, los jueces tienen muchas preguntas por hacer  a Maza y Peláez.

 

 Zoilo Guarín.  Bucaramanga.

 

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