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El grafeno

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Columnistas elespectador.com
11 de noviembre de 2010 - 02:52 a. m.
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Entre las noticias de estos días pasó inadvertido que los científicos Andre Gueim y Konstantin Novoselov, de la Universidad de Manchester, ganaron el Premio Nobel de Física por el desarrollo de un material conocido como grafeno. No es para menos.

 El grafeno es uno de los materiales más extraordinarios que se puedan imaginar, ante el cual todos los superlativos quedan cortos. Es ligero, conductivo, transparente, más resistente que el acero y con múltiples aplicaciones en las industrias del futuro. Según sus descubridores, sus posibilidades son ilimitadas.

La ciencia avanza a unos pasos que dan vértigo. Los astrónomos han descubierto que cerca de un 25% de las estrellas parecidas al Sol podrían tener alrededor planetas del tamaño de la Tierra. Es imposible que estemos solos en el Universo. En otras dimensiones existirán humanoides con inquietudes similares a las nuestras, con políticos corruptos, alcaldes traviesos y sabios enfocando sus telescopios hacia un microscópico planeta que gira alrededor de un sol de mediana intensidad. El colisionador de partículas que acaban de construir en la frontera entre Francia y Suiza, a cien metros bajo tierra, para desintegrar átomos, revelará los secretos de la formación del Universo y del llamado Big-Bang. Estamos próximos a descubrir la partícula divina, en la cual se supone estaban incluidos nuestros genes.

Los automóviles impulsados con baterías eléctricas ya están en el mercado y aviones sin piloto surcan los cielos hace años. Los chinos acaban de producir el supercomputador más rápido del mundo, el “Tianhe-1”, nombre en mandarín para designar a la Vía Láctea, y que supera al Cray Jaguar estadounidense, capaz de calcular dos mil quinientos billones de operaciones por segundo. El “Tianhe-1” saldrá al mercado en el presente mes.

En los cien años anteriores el mundo se ha transformado más que durante los milenios transcurridos desde el descubrimiento del fuego y la invención de la rueda. El huso de hilar con el cual nuestras bisabuelas distraían su tiempo lo sustituyó la hiladora mecánica, y al telar, las cadenas de montaje manejadas por robots, donde un operario frente a la computadora dirige una factoría. En 50 años, de la vitrola de Edison pasamos al acetato, y de éste al CD, hoy obsoleto ante el iPod, al que le compite el Black Berry.

 Zoilo Guarín. Bucaramanga.

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