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El Muro: 20 años después

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Columnistas elespectador.com
05 de noviembre de 2009 - 12:17 a. m.
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Los estudiosos de la historia social han planteado que existe una diferencia entre el cambio histórico (paso de un nivel de conciencia a otro) y el cambio cronológico.

Me explico: el siglo XX cronológicamente se alcanzó en 1900, aunque como cambio histórico se podrá haber logrado antes o después. Algunos sociólogos sostienen que el cambio histórico se logró cuando se descubrió la verdad, en septiembre de 1896, sobre el caso Dreyfus, lo cual quedó mundialmente registrado como el “símbolo moderno y universal de la iniquidad en nombre de la razón de Estado”. Emilio Zola, con su Yo Acuso, asumió una magistral posición ética sobre la verdad y la justicia, y defendió al capitán Dreyfus. Aquí podría haber nacido una nueva conciencia histórica sobre un verdadero Estado de Derecho. Otros manifiestan que el cambio histórico se dio con el hundimiento del Titanic, la noche del 14 de abril de 1912, cuando con él se va el símbolo de la Bella Época. También se exalta el inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914 y la Revolución Soviética en 1917 como la irrupción de otras formas de conciencia histórica. En consecuencia, lo cronológico no corresponde al mismo avance histórico. Con los siglos se debe arribar a otro nivel de conversación entre el yo, los otros y el mundo. Ahora, la noche del 9 de noviembre de 1989, con la caída del Muro de Berlín o Muro de la Vergüenza, se recuerda como la despedida del siglo XX. Los alemanes nos enviaron un mensaje claro: el ser humano no puede vivir sin libertad, así viva en una jaula de oro. Algunos plantean que el advenimiento del siglo XXI comienza el 11 de septiembre de 2001, con el colapso de las Torres Gemelas. Con esto se reposiciona el tema de la seguridad global frente a la libertad y autonomía convencional de los pueblos. La correlación de fuerzas internacional se modifica. Los cambios históricos son fundamentales en las sociedades, más que los cambios cronológicos, ya que colectivamente se posicionan ideas-fuerza que terminan modificando la forma como nos relacionamos con el universo. Ya es hora de que nosotros avancemos a otro nivel de conciencia histórica, nos respetemos como seres humanos, con libertades y derechos que no se negocian. Por lo tanto, debemos avanzar en una revolución ética que permita posicionar principios y valores universales para actuar en la sociedad sin la maledicencia de hablar mal del otro, para vendernos como el mejor. Dejar de pensar que primero soy yo y mi familia y los demás, con todos los méritos, que se vayan al averno. Después de 20 años de la caída del Muro, aún los colombianos tenemos tantas trabas para avanzar como sociedad y como Estado que preocupa que algunos se crean posmodernos, cuando no hemos asimilado la modernidad.

 Guillermo De la Hoz Carbonó. Bogotá.

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