Gracias al apoyo financiero de Open Society Institute de Londres, regresó Contravía el pasado jueves por el Canal Uno.
Contravía, el programa que dirijo desde hace seis años, ha sido galardonado con los premios periodísticos más importantes del país y el mundo; la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), que preside el maestro Gabriel García Máquez, nos otorgó el Premio Cemex y Human Rights Watch reconoció nuestro trabajo por los derechos humanos. Asimismo, nuestra labor fue objeto de mención en un editorial de Los Angeles Times y hemos sido nominados dos veces por Reporteros Sin Fronteras Francia al mejor programa periodístico.
Estos reconocimientos, como lo señaló el jurado de la FNPI, son por el rescate de las voces de las víctimas del conflicto armado que vivimos, por su manejo respetuoso, por construir su memoria histórica de las voces de los menos y de esos hechos bárbaros que sectores minoritarios del país pretenden dejar en el olvido.
Pero también por ello hemos sido calificados por el presidente Uribe de “terroristas” y el DAS de Noguera, Narváez, Ovalle y compañía —obviamente recibiendo órdenes (la sociedad tiene que saber de quién)—, nos consideró “blancos” de su “cacería criminal”; por ello, todo el equipo de Contravía, desde el año 2004 —y hasta quién sabe cuándo—, fuimos objeto de seguimientos, interceptaciones telefónicas, propaganda negra y saboteo destinado a bloquear posibles financiadores de nuestro proyecto. Además, según la Fiscalía, utilizaron nuestros esquemas de seguridad para controlarnos en tiempo real, e incluso, en mi caso, mis dos pequeños hijos también eran objeto de seguimientos; es el mismo caso por el que viven y atraviesan decenas de defensores de derechos humanos y otros periodistas.
A pesar de todo esto, regresamos al aire porque creemos que a más información más democracia, que a más debate de las ideas y más pluralidad proyectada en la televisión, podemos construir una mejor democracia, porque creemos que la televisión no puede ser solamente para realitys.
Estamos seguros de que no hay plenas garantías para nuestro ejercicio periodístico, por eso a Contravía y al periodismo crítico e independiente hoy nos acompañan periodistas y agremiaciones del mundo.
En el 7° Foro de Periodismo en las Américas, en la Universidad de Texas, en Austin, Estados Unidos, veíamos que en algunos países de nuestro continente empresarios están financiando iniciativas de periodismo de investigación porque consideran que los aportes de este trabajo son saludables para una democracia; así tuvieran diferencias con algunas de las investigaciones, las auspiciaban porque consideran que ese es el juego de la democracia.
Ojalá que los empresarios demócratas de nuestro país nos acompañen en la financiación de nuestro proyecto, que podamos decir en nuestras giras internacionales que recibimos apoyo del empresariado colombiano porque es muy difícil que uno de los programas periodísticos más reconocidos en los ámbitos nacional e internacional sea financiado solamente por la cooperación internacional.
Nuestras cámaras, en esta nueva temporada, trabajarán por recobrar la memoria histórica del país, llegarán a los diversos rincones de nuestra geografía, a las comunidades indígenas y afrocolombianos, líderes campesinos y desplazados; queremos convertirlos en protagonistas de primer orden, al igual que sus voces y su memoria, para construir un país al alcance de los sueños de nuestros hijos. Porque tenemos memoria, seguimos en Contravía.
Holman Morris. Bogotá.
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