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El tesoro quimbaya

Columnistas elespectador.com

31 de octubre de 2009 - 11:55 p. m.

Cuando le preguntaron a Phillipe de Motebello, ex director del Museo Metropolitano (MET) de Nueva York, por qué había devuelto varias obras de arte al gobierno italiano, entre ellas un famoso recipiente griego, el historiador de arte respondió: 

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“Durante estos últimos veinte años las políticas con relación a la colección de objetos han cambiando en todos los museos del mundo… Podría considerarse como un gesto de responsabilidad y a la vez de generosidad que debe servir como ejemplo a otras instituciones del mundo. Los italianos realizaron una campaña para lograr la devolución de estos objetos utilizando el argumento de que era parte de su identidad nacional y acusaron a Estados Unidos de ser una potencia invasora y usurpadora de los tesoros de otras culturas”.

El 21 de febrero de 2006, en un acto sin precedentes en la historia de los museos del mundo occidental, el director del MET firmó por primera vez un acuerdo con el Ministerio de Cultura italiano para devolver 16 piezas de plata del período helénico, y entre ellas se destaca un recipiente de 2.500 años de antigüedad de Euxitenos y pintado por Euphronios. Como muestra de gratitud el gobierno italiano le permitió al MET exponerlo hasta enero de 2008.

Sin duda, Phillipe de Montebello (París, 1936), quien estuvo a cargo de uno de los museos más importantes del mundo desde 1963 hasta 2008, formó parte de su agenda la devolución de obras robadas y entregó a los italianos piezas que estuvieron en el museo por más de treinta años. No fue en vano que parte de su extraordinaria labor como director fue reconocida en 2008 cuando una exposición titulada “Los años de Phillipe de Montebello: curadores celebran tres décadas de adquisiciones”, que recogió una selección de las 84 mil obras adquiridas durante su administración.

Entre las piezas seleccionadas se encontraban dos precolombinos colombianos. La primera era una pieza bella de oro de 22,9 centímetros. Se trata de un hombre, posiblemente un guerrero, que en algún momento llevaba una lanza, aretes, nariguera y otras decoraciones. Pertenece a una serie de objetos precolombinos hallados en el noreste de Suramérica, en Tumaco y Tolita —Ecuador— (siglo I a. C.- siglo 1 d. C.).  La segunda pieza es un adorno en forma de pájaro de la cultura muisca (siglos X-XV d. C.).  Estas piezas precolombinas, así como las que se exhiben en la colección permanente del MET, en la sección de las Américas, fueron donaciones particulares. Sin embargo, la manera en que llegaron a manos de sus coleccionistas privados todavía no queda muy clara. Muchas de estas piezas posteriormente fueron obsequiadas a museos e instituciones como el Smithsonian en Washington, el de Historia Natural y el MET en Nueva York, entre otros. Por suerte, están en el inventario y existen documentos, en su mayoría, que acreditan su procedencia legal.

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No obstante, el tesoro quimbaya, que se encuentra en el Museo de América —Madrid, España—, y que cuenta con una colección de 122 piezas de orfebrería de alta calidad, continúa bajo la propiedad ilegal del gobierno español. Como muchas historias malditas de tesoros, parte del patrimonio nacional de Colombia terminó en las vitrinas de los museos y universidades europeas, y en particular en Madrid. Se sabe de cómo llegó el tesoro quimbaya allí, ya que el presidente colombiano Carlos Holguín se lo obsequió en 1892 a la reina regente de España, María Cristina de Habsburgo. Fue un regalo espléndido a cambio de la intervención de la reina en el conflicto de demarcación de fronteras entre Colombia y Venezuela. El presidente Holguín quedó muy bien, como todo un rey, y los colombianos sólo vieron un chispero, o mejor dicho, el resplandor de las guacas que alumbraban en la Semana Santa, pero esta vez desde el otro lado del océano.

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El tesoro quimbaya fue hallado en 1890 en el Departamento del Quindío, concretamente entre los actuales municipios de Filandia y Quimbaya.  La Soledad, como fueron llamadas las dos tumbas que contenían el ajuar funerario y los objetos de oro del cacique con los cuales fue enterrado, es una rica muestra de alta técnica en orfebrería. El historiador Jaime Lopera afirma que “son piezas de inestimable variedad funcional y estilística”. Entre las piezas del tesoro se encuentran narigueras, orejeras, collares, pulseras, cinturones y poporos.

Durante los tres últimos años la Academia de Historia del Quindío, bajo la dirección del Dr. Jaime Lopera, ha desarrollado una infatigable labor para recuperar el tesoro quimbaya.  Con el apoyo de las distintas academias del país, historiadores, expertos, guaqueros de profesión y convicción, y periodistas, el Dr. Lopera ha solicitado a través de organismos oficiales como la Unesco la devolución de un bien cultural, como son las piezas precolombinas del tesoro quimbaya. De hecho, existen bases jurídicas, respaldadas por acuerdos internacionales para continuar con el trámite de petición.

Por lo tanto, no me puedo callar y dejar de unirme a miles de voces de ciudadanos que vivimos en el exterior.  No represento a ningún gobierno en particular ni tampoco tengo la investidura de un cargo oficial que me impida expresar mi apoyo absoluto e incondicional para lograr tal objetivo.  Por más de dos décadas he vivido en Nueva York y desde este laboratorio de ideas he tenido la oportunidad de ver las exposiciones más representativas de distintas culturas y épocas históricas. Además, en mi calidad de escritor, coleccionista e investigador de la cultura y la lengua he tenido la fortuna de visitar algunos de los museos y bibliotecas del mundo que albergan colecciones invaluables por la calidad y particularidad de sus obras. Es por ello y otras razones que entiendo la necesidad de reclamar y afianzarse en el arte como un acto de libertad.

El tesoro quimbaya debe ser devuelto a Colombia y en particular al Museo Quimbaya de Armenia como parte de la colección permanente del Banco de la República.

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 Alister Ramírez-Márquez. Profesor de español y literatura de The City University of New York.

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