Adolfo Meisel (El Espectador, junio 14, p 26) da cuenta de la “nueva” Biblioteca Nacional.
Comparte con los lectores el elogio a la Biblioteca Nacional y nos muestra la profunda transformación del último año. Antes la Biblioteca era, para citar a Sartre, “á huis clos” (a puerta cerrada) y ahora se está convirtiendo en una auténtica “Biblioteca de Babel” para seguir con Borges. Meisel, por otra parte, se pregunta: “No sé cuándo empezó la transformación de la Biblioteca Nacional y tampoco quiénes fueron los responsables”. Yo, como otro lector habitual y asistente a la programación cultural, puedo decir que fue hace más o menos un año, con la llegada a la Dirección de Ana Roda. Ella y personas como Álvaro Rodríguez y Patricia Miranda (y muchos más), trabajando en la sombra, le han dado brillo y espesor a la Biblioteca.
Gracias a ellos y a seres imaginariamente desinteresados, hemos podido disfrutar de ciclos de cine maravillosos como el homenaje a Luis Ospina, de conciertos de músicas diversas, exposiciones temporales como “Mayo del 68” o “El papel de la memoria”. También hemos podido disfrutar de homenajes a escritores colombianos como Gómez Valderrama y Hernando Téllez. Y por último, el espacio que más he disfrutado como flaneur solitario: Los jueves de la filosofía. Han sido ya dos semestres de conferencias plurales y constructivas. En especial las de este semestre que acaba de concluir, dedicada a la “filosofía italiana contemporánea”, que contó con una presencia constante de público (tan diverso como las temáticas: profesores de colegios públicos y sus alumnos, universitarios, pensionados, jóvenes en general, etc.) y con conferencistas de las principales universidades de Bogotá. El próximo semestre, nos anunciaron el jueves pasado, el tema (tan necesario) será “la emancipación”. También nos dieron una buena noticia, a quienes seguimos de cerca la filosofía, aun cuando no seamos académicos ni pertenezcamos a ninguna élite cultural: la publicación para el próximo año de un libro colectivo que recogerá las ponencias de este semestre.
En la página web modernizada (www.bibliotecanacional.gov.co), otra de las novedades del último año, se pueden consultar todas las actividades culturales de la Biblioteca. Aunque no tienen tanta publicidad como la de la Luis Ángel Arango, poco a poco, los dos auditorios han venido conformando un público fiel y agradecido. Debo decir, además, que la Biblioteca también ha salido cada vez más de los confines de su edificio. Con el Plan Nacional de Bibliotecas le está dando más y más “libro al viento” a las regiones. Lo único que puedo agregar es otra pregunta: ¿cuánto más se podría hacer en la Biblioteca y en el sector cultural del Estado si se tuvieran más recursos o, por lo menos, si no se recortaran a la mitad los ya existentes como se hará el próximo año? Ojalá los devotos del Bicentenario, empezando por la Casa de Nariño y el Ministerio de Hacienda y Planeación Nacional (con su rimbombante plan 2019) hicieran visitas como las de Meisel. A lo mejor se llevan la misma (buena) impresión.
Benito Suárez L. Bogotá.
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