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Ante todo, un cordial saludo a todos en El Espectador, con mis respetos y mis mejores deseos para que siga siendo el diario serio y de mayor respeto que siempre ha sido.
Estoy completamente de acuerdo con el columnista Jaime Arocha en cuanto que, como lo comenta en la edición de ayer martes 12 de enero (más bien denuncia, y con mucha, tal vez demasiada, diplomacia), la profanación a la que está siendo sometido el Puente de Boyacá es insufrible.
A la ofensiva ordinariez y pésimo gusto de los banales adornos que Arocha menciona, agrego la estruendosa música barata, típica de feria de pacotilla, que incita a rumbear y no a lo que se pretende con los lugares patrimoniales.
En este caso, que en ese territorio sagrado los visitantes reconstruyamos mentalmente y honremos la hazaña de la lucha victoriosa entre unos patriotas mal equipados y el ejército profesional realista. Y reflexionemos sobre si se lograron y persisten los valores que buscó el Libertador con la independencia y con la construcción de la entonces nueva República.
Camilo Mendoza Laverde. Bogotá.
De Efecty
Queremos referirnos a la nota periodística publicada el pasado día 7 de enero. En ella se hace referencia a la empresa “Casa de Cambios Efecty”; sin embargo, es importante aclarar que nuestra compañía no tiene como objeto social dicha actividad y, por el contrario, somos una empresa especialista en recaudo, pago y giro de dinero, denominada Efecty.
Asimismo, es importante para nosotros aclarar que a través de nuestro departamento de seguridad informática y, conjuntamente con las autoridades competentes, trabajamos desde hace algunos días en los procedimientos y protocolos de rigor que nos permitieron evidenciar el intento de fraude, el cual no logró vulnerar nuestra información y la de nuestros clientes, como se informa en la nota en mención.
Juan Diego Osman Gómez. Vicepresidente de Mercadeo.
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