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Al leer el artículo “Bulto de anzuelos”, del 18 de octubre por Miguel Gómez, me reafirme en una idea a la que me había hecho al leer un artículo en Semana del politólogo Alfredo Rangel.
Les confieso que su artículo me provocó verdadera risa cuando al referirse a una posible intervención de la CPI en los asuntos actuales del país, lo consideró improbable gracias a que poseemos “instituciones maduras”. Quizás faltó que el articulista aclarara a qué se refería con “instituciones maduras”; quizás maduras para la anarquía o para la corrupción. Me impresiona la subjetividad de tal opinión, que contrastó con la del artículo mencionado, ya que todos los que vivimos la realidad colombiana hemos sufrido la inmadurez de nuestras instituciones, como numerosísimos ejemplos en la actualidad nos lo ilustran. Los poquísimos ejemplos en “Bulto de anzuelos” son suficiente ilustración.
Nelson Flórez
Bases militares
Samper pide transparencia en el Acuerdo Colombia-USA sobre bases militares; el Consejo de Estado sugiere, o exige —para los neófitos no es claro el mensaje—, que antes de firmarse debe ser aprobado por el Congreso; las cámaras de Comercio se ofrecen a mediar entre los gobiernos de Venezuela y Colombia para reanudar el intercambio comercial entre los dos países, deteriorado por causa del mismo Acuerdo, pero la realidad es que hay ocasiones, quizás coyunturales, en que prima el nacionalismo sobre las demás consideraciones, tanto políticas como económicas. Desconociendo nuestra soberanía, el presidente Hugo Chávez ha convertido el Acuerdo Colombia-USA sobre la utilización de bases militares en un medio de chantaje para presionar a nuestro gobierno, y cada uno de nosotros, como colombianos que somos, sobre todas las cosas. Debemos respaldarlo incondicionalmente.
Juan Maal. Barranquilla.
La cruz de los awás
Otra vez la comunidad indígena fue tema en los medios. Como de costumbre, su leve protagonismo se deriva de un nuevo asesinato, esta vez de cuatro miembros de esa etnia. Y digo leve protagonismo porque es claro que, ante tanta noticia importante en el país, a las que les dan palo todos los días en los medios, otros cuatro o cinco indígenas muertos ya no causan controversia. Qué tristeza que el Gobierno no vea la dimensión de este problema tan grave; pero más triste aún es que al parecer, para la opinión pública este tipo de dramas ya no son tan impactantes. ¿Será que nos estamos acostumbrando a que en este país maten indígenas a diario y nadie diga ni haga nada?
Juan Carlos Segura. Bogotá.
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