El acto mediático realizado por el presidente Uribe desde un frío e impersonal cubículo del call center de la Superintendencia de Salud...
El acto mediático realizado por el presidente Uribe desde un frío e impersonal cubículo del call center de la Superintendencia de Salud, reproduciendo el ingrato y limitado papel de oficinista en procura de brindar en vano una efectiva solución a los problemas puntuales de los cada vez más atribulados usuarios del Sistema General de Salud, no sólo fue una singular réplica amplificada —y de qué manera— de la proverbial improvisación con que suelen desarrollarse las reformas provenientes del Gobierno, que incluyen por lo regular la extraña medida de desestimar los procedimientos interinstitucionales, sino la patética imagen de un Jefe de Estado empeñado en minimizar la gravedad de los hechos que continúan originando multitudinarias protestas sociales por todos los rincones del país.
Y todo ello como consecuencia de la cuestionada Emergencia Social y las inocuas enmiendas de los controvertidos decretos sobrevinientes, los cuales fueron concebidos mediante anacrónicos y macheteros métodos de tinte autoritario y populista, y en abierto desacato a las competencias del Congreso de la República y de la Corte Constitucional.
Y por si fuera poco, el controvertido ministro de Interior y de Justicia, Fabio Valencia Cossio, pretende ahora con gran ridiculez ocultar el monumental esperpento, mediante la soporífera propuesta de revivir el debate sobre el régimen parlamentario. ¡Esto ya es la tapa!
Ramón Francisco García. Bogotá.
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