Uno de los lectores, a quien generosamente El Espectador acoge en su espacio, censura la marcha de protesta contra el presidente de Venezuela, que pudimos ver en los noticieros de todas las ciudades de Colombia y de muchos países del mundo.
En un escrito de un opositor de cualquier gobierno lo más fácil es enumerar el catálogo de necesidades insatisfechas de una comunidad y sus individuos, y las falencias o excesos de sus atavismos institucionales. Se quedó corto en señalar las bienaventuranzas que todos anhelamos, y más corto aún en dar las soluciones. No era oportuno que para defender a Chávez demeritara los males indiscutibles que enumera. Si no se interpreta bien la historia se corre el riesgo, así se tenga un buen arsenal de conocimientos, de vivir engañado por los espejismos de un Dorado utópico. Argumentar que estas manifestaciones espontáneas, aunque tardías, claro que emocionales, pero suficientemente meditadas, son para soslayar las equivocaciones de quienes gobiernen, es prurito plañidero de huérfanos de poder. Ya quisiera ver a tanto mamerto que apoya soterradamente las políticas reaccionarias de las Farc y sus satélites, si una dictadura bolivariana o de cualquier otro rótulo los deja hablar, escribir y vivir a sus anchas.
Hernando Corredor Quintero. Villavicencio
Ni Uribe ni Chávez
Para las democracias de Venezuela y Colombia no es conveniente que los gobernantes de turno, como el señor Chávez y el señor Uribe, se perpetúen en el poder, esto les hace mucho daño a estos soberanos países.
Ya está bueno presidente Uribe, usted lo ha hecho muy bien, pero es conveniente que se les den oportunidades a otras personas, porque esto es precisamente la democracia. Lo mismo para el señor Chávez, no conviene que un solo señor gobierne para siempre al país, hay necesidad de preservar los derechos constitucionales. En fin, en estos precisos momentos ni Uribe ni Chávez se pueden perpetuar en el poder.
Yelis Lengua. Valledupar.
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