Cada oficio es devaluado por sus oficiantes. En el caso de las encuestas nadie contribuye a devaluarlas tanto como lo hacen los propios estadígrafos.
Esto puede confirmarse en Colombia en particular con lo que está ocurriendo con la encuesta bimestral Gallup sobre diversas variables políticas, cuyo último dato sugiere la posibilidad de una victoria aplastante e inédita del Presidente en el posible referendo.
En aras del equilibrio, la encuesta tiene por virtud mostrar registros bimestrales desde los años 90 para algunas variables y, sobre todo, registros sistemáticos del régimen Uribe desde 2002. Esta virtud, sin embargo, es superada por sus vicios invitando a dudar del valor técnico y, por tanto, del rigor político que poseen esos datos y sus conclusiones. En primer lugar, el cuestionario de esta encuesta tiene aproximadamente 129 variables y está probado por quienes trabajamos este campo, la baja calidad de un cuestionario de este tamaño, sobre todo cuando se hace telefónicamente. Ningún consultor serio de mercado utiliza hoy este método, porque aumenta sensiblemente los márgenes de error muestral estimados y pone en riesgo sus conclusiones. Sabemos que el nivel de atención del encuestado, la comprensión de tal número de preguntas y la veracidad de tal número de respuestas se ven lesionados gravemente si se tiene en cuenta que cada pregunta-respuesta puede tomarse entre 10-20 segundos, de modo que cada encuesta puede durar entre 21 y 43 minutos.
A lo anterior debe sumarse que la encuesta se realizó en hogares durante un fin de semana (4-8 de septiembre), acudiendo a un público cuyo grosor cultural multiestrato atenta aún más contra la posibilidad de que una encuesta de tal complejidad haya sido comprendida y, por tanto, respondida adecuadamente por teléfono. En paralelo, la encuesta sólo captura datos de cuatro grandes ciudades, razón por la cual su presunto objetivo de capturar la “opinión pública sobre gobernantes, personajes, instituciones, intención de voto y hechos de actualidad” en absoluto se refiere a Colombia sino exclusivamente a la población de estas ciudades, aclaración esta que no aparece taxativamente en la ficha técnica ni en las conclusiones.
El problema toca fondo cuando Gallup concluye que el resultado de la intención de voto en el posible referendo no es exactamente del 58% que ha publicado en la diapositiva 127, sino del 26%. Este enredo obliga al lector a recalcular que la intención uribista de voto del 86%, publicada en su diapositiva 128, se vea reducida realmente al 22,4% de los ciudadanos votantes o sea aproximadamente a 2,7 millones de votos favorables al Presidente (según datos de la última votación presidencial), dato que contra todo lo que se ha oído pone en riesgo claramente el éxito uribista en el referendo. Estos últimos cálculos no aparecen en cuadro alguno de Gallup ni, por tanto, han quedado registrados en la memoria de periodistas, analistas, politólogos ni lectores.
Bernardo Congote. Bogotá.
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