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Los hipopótamos

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Columnistas elespectador.com
15 de julio de 2009 - 01:35 a. m.
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Al hipopótamo común (hippopotamus amphibius) los griegos de la época clásica lo designaban como “caballo de río”; los árabes lo llamaban “búfalo de agua” y los antiguos egipcios “cerdo de río”.

Es un animal semiacuático; habita normalmente ríos y lagos del África Subsahariana en grupos de hasta 40. Durante el día reposan en el agua o en el fango. Al anochecer se activan y salen a comer hierba, aunque se tiene constancia de que en ocasiones comen carne, principalmente carroña, pequeños animales o presas robadas a depredadores (felinos), ya que su estómago también acepta alimentos cárnicos al igual que muchos de los animales de su mismo suborden.

Pueden llegar hasta una longitud de 4,5 y 5 m de largo, y pesar de 1.500 a 1.800 kg los machos y de 1.300 a 1.500 kg las hembras. Pero adultos más grandes pueden llegar a pesar entre 2.600 y 3.500 kg. El daño a los suelos por pisoteo es evidente, mucho peor que el que producen los bovinos, los cuales tampoco son de aquí (son españoles).

Pero, ¿cómo entraron a Colombia, sin ninguna clase de restricciones? ¿Acaso en los 80 no existían organismos de control y ecologistas? El debate local sobre su supervivencia está errado, porque no se ha analizado el impacto ambiental de estos animales en un hábitat tan diferente. Continuarán alterando flora y fauna silvestres de forma dramática si se les deja dentro de nuestro territorio. Distribuyen ciertas bacterias, que no tienen enemigo natural en nuestro medio. Las ranas toro (australianas), por ejemplo, están exterminando a los anfibios en el Viejo Caldas.

Deberían sancionar ejemplarmente a los funcionarios (aunque sean pensionados) de todas las “ías” que permitieron la entrada al país de estos animales. Debe dejarse tanto sentimentalismo paralizante y exportarlos (devolverlos), si es que los reciben en África, donde hay superpoblación de esa especie.

Por otro lado, esperemos unos 15 años para enfrentarnos al impacto ambiental negativo que produce el alocado cultivo actual, antiecológico, no planeado ambientalmente, de la palma africana. Esta vez el daño será contra los suelos y el agua.

  Víctor Julio Sánchez Mora. Villavicencio.

Bases militares

Es “pentavergonzoso”, “pentaindignante” y “pentainaudito” que el país entero no esté haciendo un debate sobre este asunto, que en cualquier país del mundo sería tema de discusión de altísimo nivel.

Si fuera tan normal hacer bases militares en los países, ¿por qué en los Estados Unidos no hay bases de ninguno de sus países aliados?

Y si es sólo para el narcotráfico y todos sabemos que en los Estados Unidos es donde más se consume, ¿por qué no montamos una base nosotros que somos el país que más sabe sobre la guerra al narcotráfico?

  Mauricio Jaramillo. Medellín.

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