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Los medios e Íngrid

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Columnistas elespectador.com
14 de julio de 2010 - 02:22 a. m.
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Al margen de la supuesta pifia de conducta social cometida por la dirigente política, ex candidata presidencial y ex secuestrada Íngrid Betancourt...

Al margen de la supuesta pifia de conducta social cometida por la dirigente política, ex candidata presidencial y ex secuestrada Íngrid Betancourt al reclamarle al Estado colombiano una gruesa suma económica como indemnización por el secuestro sufrido a manos de las Farc y del cual fue rescatada junto con otras víctimas en la espectacular acción bélica ‘Operación Jaque’ hace ya dos años, permítanme señalar en primer lugar que no ha quedado claro si el hecho ha sido magnificado por la acción mediática, ya que la señora Betancourt declaró en TV, en su intervención del domingo, que ‘no ha demandado al Estado, sino ha solicitado hablar con él (el Estado) para conciliar”, cosa que literalmente es distinta a lo anunciado profusamente por la prensa nacional e internacional. Hasta aquí el hecho podría ser atribuido al afán de la ‘chiva’ para ganar rating. Aspecto que no es de menor importancia, por cuanto conlleva una alta carga de responsabilidades sociales y éticas, tan cuestionadas en estos tiempos.

En segundo lugar, es indudable que la señora Betancourt, quizá sin querer queriendo como diría el Chavo, puso el dedo en la llaga en un asunto que sin duda debería servir para que los juristas expertos, politólogos, sociólogos, teóricos de las ciencias afines y estudiosos del punto contribuyeran a canalizar en argumentos serios y legalmente viables en relación con la responsabilidad contractual del Estado con la seguridad de los ciudadanos, conforme a lo expresado en la Carta Fundamental de la Nación cuando dice textualmente que las autoridades de la República están instituidas para proteger a todas las personas residentes en Colombia, en su vida, honra y bienes, creencias y demás derechos y libertades, y para asegurar el cumplimiento de los derechos sociales del Estado y de los particulares.

Sería útil que con cabeza fría se reflexionara sobre la oportunidad de adelantar un debate constructivo sobre el asunto que puso en lugar prioritario de la opinión la señora Íngrid Betancourt con su mal manejada salida pública de reclamo al Estado, quizá desfigurada y magnificada por el ruido desaforado y por la errática dirección que se le dio, aprovechándose del sensacionalismo que nos invade como efímeras y lacerantes vuvuzelas mediáticas.

 Antonio Ramírez Caro. Bogotá.

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