En verdad Colombia parece ser un país sin historia, o por lo menos con una historia que los gobernantes repudian.
Lo que siempre se nos ha venido repitiendo es el tendencioso ocultamiento de travestismo moral. Los hechos se ocultan y finalizan perdiéndose al desgaire de sus propias imposturas.
En la envoltura de esa desazón del espíritu se han ocultado siempre, valga el ejemplo, los magnicidios del general Uribe Uribe y de Jorge Eliécer Gaitán. Del primero, sin la menor duda, porque después de “El Plan de Marzo” y de su enhiesta compostura política se atrevió a desafiar a los beneficiarios del poder proclamando la necesidad de que el liberalismo “abrevara en las canteras del socialismo”; Gaitán, a su turno, leyó él mismo su sentencia de muerte cuando demostró al amparo de su exaltación tribunicia ser el dueño de la voluntad popular y no había otro modo de evitarlo que ordenando su muerte.
Esa misma misteriosa complicidad de nuestros gobernantes envuelve en su siniestro manto criminal los asesinatos de Guillermo Cano, Álvaro Gómez Hurtado, Rodrigo Lara Bonilla y los dirigentes de la Unión Patriótica. Un silencio que ensombrece e invade de sangre las entrañas de nuestra historia y la entrega al olvido.
Se insiste, de otro lado, con justificado empeño familiar, en reabrir una y otra vez el expediente sobre el asesinato de Luis Carlos Galán. Y en ese decidido propósito tampoco se logran encontrar las huellas siniestras que han de conducir a su esclarecimiento. Se observan, apenas, unos rasgos entrevistos en la sombra, y luego se personalizan como impostergables objetivos, una y otra vez, sin que en verdad aparezca el rostro adusto de la justicia en su pretendido intento.
Vale la pena, entonces, regresar a la verdad de ese trágico momento histórico. El terrorismo homicida depende fundamentalmente en aquella época del narcotráfico. De igual modo en cuanto se refiere a los asesinatos de Guillermo Cano, Rodrigo Lara Bonilla y Luis Carlos Galán y la indiscutible divisa de esa siniestra empresa criminal recae sobre Pablo Escobar.
Frente a Pablo Escobar se yergue el gobierno, principalmente el gobierno presidido por Virgilio Barco, que delega en las manos del DAS esa arriesgada y peligrosa tarea. Tan peligrosa hasta el punto de que su director, el general Miguel Maza Márquez, es víctima de cuatro atentados siniestros contra su propia vida, de los cuales se salva milagrosamente. Un ejemplo, a la vez, de su valor personal, integridad moral y denodado y patriótico sentido de responsabilidad en el ejercicio de sus funciones oficiales, conforme no se ha visto después en los actos de los posteriores gobiernos.
Si algo ha de contribuir a los disentimientos de la justicia consigo misma, nada tan comprometedor como desvirtuar el tránsito legal de su ejercicio en busca de la verdad. La verdad, que no tiene por qué verse suplantada por lo intrascendente de los desafectos personales o las angustias afectivas. Si lo que se busca en verdad es la verdad de la verdad, así reiteradamente concebida, lo que se impone es una investigación objetiva no presionada desde adentro con la mirada hacia fuera, conforme se ha venido insistiendo.
Lo otro no es más que buscar el ahogado aguas arriba, en tanto los íconos del poder se esconden habilidosamente bajo la penumbra de su incompetencia.
Ramiro de la Espriella. Bogotá.
Biocombustibles y microorganismos
Los biocombustibles se presentan como una alternativa a los combustibles fósiles debido a su carácter renovable y a su menor impacto ambiental. De entre ellos, el bioetanol es uno de los combustibles alternativos con mayor crecimiento en producción en los últimos años. La mayor parte del etanol producido en la actualidad deriva de la fermentación de azúcares fácilmente extraíbles de cereales y caña de azúcar.
El aumento en la producción de bioetanol ha hecho crecer sus expectativas para cubrir un nicho importante dentro del mercado de los combustibles, pero también se ha comenzado a cuestionar su producción ya que se considera causa tanto de la subida de precios de alimentos como de la pérdida de ecosistemas naturales por su transformación en tierras para cultivo.
Para evitar estos cuestionamientos, se están realizando investigaciones con el fin de encontrar fuentes naturales alternativas para la producción de bioetanol. De entre las fuentes alternativas, la biomasa lignocelulósica procedente de residuos forestales y agroindustriales (serrines, podas, bálago del cereal…) es, indudablemente, la más atractiva, puesto que no compite en el mercado de la alimentación y es, además, el material bioorgánico más abundante.
El reto asociado a la producción de bioetanol a partir de este tipo de biomasa es que, a diferencia de los cereales o la caña de azúcar, los azúcares para su producción tienen estructuras complejas (celulosa, hemicelulosa, almidón y lignina) que dificultan su extracción. La ruptura de estas estructuras complejas puede llevarse a cabo tanto por vía química, utilizando álcalis o ácidos, como por la utilización de enzimas procedentes de microorganismos.
El proceso de ruptura enzimático es muy atractivo, ya que se puede realizar en condiciones de operación (pH y temperatura) mucho más suaves que las asociadas a los procesos de ruptura químicos.
Laboratorios de todo el mundo investigan diferentes ecosistemas para encontrar microorganismos que contengan enzimas que logren la fragmentación de las cadenas poliméricas complejas presentes en la biomasa lignocelulósica. Como resultado de estos estudios ya se han dado los primeros pasos hacia la producción eficiente de bioetanol aplicables para la ruptura eficiente de biomasa en azúcares para su transformación en etanol mediante fermentación. Aunque su industrialización aún necesita de algún tiempo, no cabe duda de que esta tecnología será clave para lograr sistemas energéticos sostenibles de futuro.
Rufino Manuel Navarro Yerga. Instituto de Catálisis y Petroleoquímica de Madrid, España.
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