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Marchas emocionales

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Columnistas elespectador.com
05 de septiembre de 2009 - 04:29 a. m.
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El viernes se hizo una demostración antichavista en todo el mundo. Y ello según sus organizadores.

En cuanto a Colombia, ello querría decir que nuestros males ya no son la venta y privatización de las empresas y entidades estatales; la pérdida de cobertura de las carreras administrativa, diplomática, judicial y notarial; el desempleo; los salarios bajos; el bajísimo poder adquisitivo de la moneda; el incremento permanente y sin control de los precios de la canasta familiar; el enriquecimiento permanente del 2% de la población; el empobrecimiento inmutable del 70% de la población y el 20% de las personas en la miseria; la pérdida de empleos dignos y bien pagos; la existencia de contratos de trabajo sin garantías; las dietas parlamentarias de más de 20 millones, más una cuota mensual fija por el mismo valor; el pago de las pensiones de jubilación de los ex presidentes y de aquellos que los reemplazaron, incluso si lo hicieron por un solo día; la baja permanente de las pensiones de los trabajadores; la ceguera de las autoridades judiciales; el asesinato impune de líderes reconocidos y líderes del pueblo (maestros, sindicalistas, trabajadores sociales); la desaparición misteriosa de las regalías petroleras y del impuesto predial (sin mencionar los otros 31 impuestos); la desaparición de universidades y hospitales públicos y gratuitos; las escuelas públicas sin baños dignos ni edificaciones apropiadas; el asesinato aleve de indígenas; la pérdida paulatina del medio ambiente (lo llaman “progreso” y “desarrollo”), etc.

No, según los marchantes, la causa de nuestros males es el señor Hugo Chávez, presidente de Venezuela… Como para dudarlo.

 Víctor Julio Sánchez Mora. Villavicencio.

Y ahora el censo...

Uno de los argumentos que los defensores del referendo utilizaron con mayor vehemencia, fue que los opositores del referendo no deberían tener miedo a que el pueblo se expresara, votándolo, pues allí reside la esencia de la democracia.

Pero ahora resulta que el miedo está al otro lado, pues pretenden rebajar los votos requeridos para aprobarlo, a “sus justas proporciones”, proponiendo cambios al censo electoral. ¿No se supone que tenían mayorías en exceso? ¿Para qué entonces otra arbitrariedad?

 Juan Manuel Sierra S. Bogotá.

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