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Compartimos la preocupación general que han suscitado los resultados que obtuvo el país en la última medición de percepción sobre corrupción realizada por Transparencia Internacional.
Apoyamos las iniciativas que desde distintos ámbitos, públicos y privados, se desarrollan para comprenderla, prevenirla y castigarla; y aplaudimos que a pesar de que no sea una noticia alentadora, sirva para poner en la agenda pública un asunto de la mayor relevancia para el país. Con el mismo propósito, recientemente el Programa Presidencial de Modernización, Eficiencia, Transparencia y Lucha contra la Corrupción tenemos elaboró un informe sobre el soborno en la contratación pública, por cuenta del cual se estarían perdiendo al año 4 billones de pesos aproximadamente, y que algunos medios de comunicación han visibilizado en las últimas semanas.
El fenómeno es más complejo de lo que a simple vista parece. En nuestro país, entre narcotráfico, organizaciones armadas al margen de la ley, lavado de activos y corrupción se generó un círculo vicioso que permite que se retroalimenten, profundicen y arraiguen, deslegitimando el Estado y desestabilizando la sociedad. Dicho círculo vicioso está cimentado en el proceso de “captura” de la democracia colombiana y en el profundo divorcio que en nuestra sociedad existe entre ética, cultura y derecho.
Contrario a lo que de manera general se afirma, la corrupción no es patrimonio del sector público. Ni el sector privado se contamina de corrupción únicamente cuando entra en contacto con el ámbito estatal. Tampoco es cierto que la única manera de combatirla sea a través del sistema legal.
Por supuesto que requerimos disminuir la impunidad. En nuestro país todavía hay mucha corrupción y poco corrupto. La impunidad tiene una enorme potencia pedagógica que incentiva a los tramposos. En ese sentido, tienen razón aquellos quienes afirman que a la lucha contra la corrupción le hacen falta dientes. Pero sin duda lo que más necesitamos son neuronas. Por eso celebramos que este tema sea de importancia nacional, requerimos de la disposición, creatividad e inteligencia de todos para actuar y para diseñar políticas y mecanismos que nos permitan derrotarla. Los expertos proponen, entre otras estrategias, estimular la denuncia y proteger a los denunciantes. ¿Cómo hacerlo de la manera que mejor convenga al país? Ese es uno de los temas que están en discusión. Nuestra propuesta de recompensas y estímulos en términos de la carrera administrativa no fue bien recibida por algunos. Querríamos entender bien sus argumentos, discutir y oír propuestas ahora que parece que la corrupción es con todos.
Óscar Ortiz González. Director Programa Presidencial Lucha Contra la Corrupción.
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