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No es lo mismo ser inteligente que apelar a la inteligencia para manejar las situaciones, y muy especialmente, las que ofrecen mayor dificultad.
No es lo mismo luchar con fuerza y decisión, que tomar la decisión de imponer por la fuerza, la fuerza.
No es lo mismo señalar el norte con la decencia y la honestidad en el partidor de las decisiones y acciones, que condicionar esas dos virtudes a la conveniencia oscilante de los resultados.
No es lo mismo batallar para que la racionalidad impere, que renunciar a ella para responder con la violencia y torpeza que vienen de la otra orilla.
No es lo mismo ser parco en ofrecimientos y pródigo en acciones, que formular promesas para llenar los vacíos.
No es lo mismo tener conciencia de que el Estado es débil y que los individuos, con su respaldo, le aportan decisión y fortaleza, que reflejar la arrogancia en las decisiones y acciones que no pasan por el filtro de la templanza, de la consulta, del debate.
No es lo mismo el ansia de poder a expensas de Colombia, que pensar en Colombia poniendo a su servicio alternativas que, unidas al poder, dibujan el proyecto de una Colombia Nueva.
No es lo mismo obrar con prudencia, firmeza y decisión, que ofrecer la guerra y la sangre como abonos para la paz.
Todos los colombianos, sin distingo de clases, ni de partido, ni de cultura ni de raza, sólo con el común propósito de fortalecernos por la unión, tenemos al frente una alternativa inteligente, firme, racional, sensible, creativa, decente y ética. Somos parte de ese gran cuerpo que es la Colombia Nueva, la Colombia que queremos, la Colombia por la que podremos sentirnos orgullosos, dignos, participantes. La Colombia que se acoge al principio de inclusión. La que sabe que la violencia es un distractor que oculta las desigualdades y la injusticia. La que diferencia los medios y el fin. La que cree que las palabras pueden ser más poderosas que las balas. Que la reflexión lleva a mejores resultados que la altanería y el desafío agresivo. La que sigue el ejemplo de buscar la armonía en el conjunto y en la dinámica de infinidad de individuos cuyo aporte es fundamental, por la voluntad de integrarse a un solo cuerpo que respira paz, creatividad, convicciones, autocrítica constante, reparación de los errores, tanto como continuidad en los aciertos.
Leonor Noguera Sayer. Bogotá.
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