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Odiaos los unos a los otros

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Columnistas elespectador.com
15 de julio de 2010 - 05:12 a. m.
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Definitivamente, si algo nos queda de herencia después de ocho años de gobierno de Álvaro Uribe, es nuestra capacidad de ODIAR (así con mayúsculas), es casi una necesidad emocional de los colombianos, tener en quien descargar el odio. Siempre hay algo o alguien a quien odiar, un día es Piedad Córdoba, otro Iván Cepeda, hoy es Íngrid Betancourt.

Los medios estimulan la enseñanza que nos deja Uribe, y en esas, ayudan a tapar lo que verdaderamente debería ser motivo de reflexión de los colombianos, mientras el tema de las exigencias de Íngrid llena los noticieros y las páginas de opinión, mientras José Obdulio y Andrés Arias se despachan en improperios contra Iván Cepeda; pasa de agache la noticia de que Mario Uribe, primo hermano del Presidente, reconoce y confiesa su estrecha relación con los paramilitares.

 Patricia Sampedro. Bogotá.

Urgente: metro para Bogotá

¿Qué le permite a NY ser la capital del mundo? Su sistema de transporte. En el ‘subway’, el alto ejecutivo se sienta al lado del indigente o del obrero y son iguales. El judío se sienta al lado del árabe y no se matan. El transexual no es discriminado y convergen todas las personas. El transporte es eficiente. Tener carro no es tanto una comodidad, sino más bien un encarte.

En Bogotá, con la típica excusa colombiana de “no hay plata”, nos quieren privar de crecer. Ya Belisario, en una de las que considero de las mayores estupideces de nuestro país, nos dejó sin la posibilidad de crecer en el año 86, al no querer hacer el Mundial que el dirigente Senior logró traer para nuestro país. Ese derrotismo nos tiene jodidos.

Me parece absurdo que Peñalosa, a quien admiro y quisiera tener como alcalde de nuevo, se niegue a ver que el Transmilenio NO es la panacea que él cree. Que el sistema ya no es eficiente y que la ciudad necesita un metro, así éste sea costoso. Por las cosas buenas hay que pagar.

Ahora bien, Samuel Moreno le endulzó el oído a todo el mundo con su metro y, cabe destacarlo, se irá dejando la ciudad con la olla raspada y con serias dificultades para poder construir ese sueño. Ojalá que al señor Iván Moreno lo investiguen no sólo en la Procuraduría, sino también en la Fiscalía, porque tanta mención en los escándalos no creo sea una casualidad, sino una causalidad.

Es compromiso de todos los que vivimos en Bogotá exigirle al próximo alcalde un metro inmediatamente, no más mamotretos rojos ineficientes que parecen latas de sardinas y que ya ni andan, porque también se atrancan.

Andrés Rivera Mejía. Bogotá.

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