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Patrimonio inmaterial

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Columnistas elespectador.com
16 de octubre de 2009 - 04:43 a. m.
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En actitud que se aparta de la tradición crítica e independiente que caracteriza a esa casa periodística, escriben dos artículos sobre patrimonio inmaterial (El Espectador, septiembre 11 y octubre 1 de 2009) que parecen obedecer a un acuerdo publicitario con el Ministerio de Cultura.

A diferencia de la fuerza natural de sus periodistas, que se expresa por ejemplo en sus entrevistas a personajes, aquí no se argumenta, sólo se aplaude. Y es que quizás en los temas del patrimonio cultural conviene oír voces distintas a la del Ministerio o al menos cotejar la percepción de éste, ante todo para que los textos periodísticos tengan sustancia.

Les parece sorprendente y de vanguardia en la región el decreto 2941 de 2009, pero no explicitan las bondades de esta normativa. Aunque el patrimonio inmaterial, tan de moda hoy en Colombia, no es mi área específica de estudio, me temo que no es fácil sobrepasar el consistente y prolongado trabajo conceptual, legislativo y práctico de Brasil en el campo. Si bien el patrimonio inmaterial puede tener un mejor tratamiento en el Ministerio de Cultura que el patrimonio urbano, expertos en la materia plantean serias dudas sobre la conveniencia de realizar planes de salvaguardia para este tipo de patrimonio. Pareciera, además, que las leyes encierran sus paradojas. El decreto 2941 de 2009 reconoce las manifestaciones de la cultura popular, y el decreto 763 del mismo año tiene un profundo desprecio por la arquitectura vernácula y promueve su desaparición.

A la periodista la ilusionan las declaratorias como patrimonio de la humanidad del Carnaval de Negros y Blancos de Pasto y la Semana Santa de Popayán, y no es para menos. Por supuesto que hay una diligencia que debe reconocerse al Ministerio. Sin embargo, no se puede ocultar que aunque las declaratorias son importantes, no son suficientes en sí mismas. El centro histórico de Mompox es patrimonio de la humanidad desde hace catorce años, y el compromiso adquirido por el gobierno colombiano con el resto del mundo no se ha traducido en acciones concretas para la protección de este patrimonio.

Es indispensable que los marcos normativos cumplan con su objetivo. Es significativo y útil que se hagan declaratorias como bienes de interés cultural o patrimonio de la humanidad. No obstante, éstos hacen parte de instrumentos pasivos de protección del patrimonio cultural, en los que el Estado colombiano no puede seguir centrando su acción. El reto del momento en el país es superar el rezago conceptual en el campo y concebir una gestión imaginativa, transparente y plural en el patrimonio cultural.

María Eugenia Martínez Delgado.  Bogotá.

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