Los servidores públicos de este gobierno no se deben inmiscuir en las decisiones autónomas del Presidente electo.
Por simple cortesía deben todos, sin excepción, ser respetuosos con la nueva alineación en los ministerios. Lenguajes desapacibles no contribuyen al ambiente de buenas maneras que, como herencia, los mayores les debemos entregar a las nuevas generaciones. La niñez y juventud debe recibir de los dirigentes, públicos como privados, la atmósfera de la inteligencia emocional, en la cual todos nos debemos ejercitar. Los amigos de las agresiones como de ofensas verbales deben cultivar el espíritu de la paciencia, que es fabulosa consejera. San Francisco de Sales dejó legado en este tema. Sea el momento para darle la bienvenida al nombramiento del Dr. Germán Vargas Lleras. Le entregará “puntos de oro” a la administración pública de Colombia.
Rogelio Vallejo O. Manizales.
Las diferencias
Aunque para entrar a debatir las diferencias abismales entre Colombia y Venezuela la asamblea de Unasur acepte el paréntesis hasta después del 7 de agosto, que propondrá el gobierno de Lula da Silva, el presidente Santos, una vez posesionado, se verá abocado a pronunciarse frente a la petición planteada por el canciller Maduro, que exige rectificar lo que tildan de un montaje del presidente Uribe Vélez contra la República Bolivariana de Venezuela, a saber, que Rodrigo Granda, Iván Márquez, Grannobles y Pablito, miembros activos de las Farc, estén usando a Venezuela como sitio de descanso, holgazanería, sede de negocios de narcotráfico y de contacto para rearme, y que por ende, las pruebas exhibidas en la OEA por Alfonso Hoyos no corresponden a su territorio. El dilema para Juan Manuel Santos es que, sin la declaratoria exigida, no habrá reanudación de relaciones y acogerla como la plantea el canciller Maduro, sería un “mentís” a Álvaro Uribe Vélez y su actual ministro de Defensa, Gabriel Silva Luján. Lo más previsible es que, pasada la tregua, Chávez seguirá vociferando y mostrándose desafiante, pues parece estar empeñado en que le declaremos la guerra para evaluar la eficacia de los armamentos en que ha invertido buena parte de los recursos petroleros de su país.
Jorge Arbeláez Manrique. Bogotá.
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