Sobre decir que soy antioqueño, laboro en Bogotá y diariamente leo El Espectador. Leí y releí varias veces la columna que escribió el señor Felipe Zuleta Lleras y al respecto quiero respetuosamente realizar las siguientes consideraciones:
1. Por columnas como ésta y por muchas otras donde reiteradamente el señor Zuleta se refiere entre muchas otras ofensas al “cartel de Medellín” no me suscribiría a El Espectador. Es de anotar que lo he querido hacer, pero lo del domingo me aleja como lector de su casa periodística.
2. La columna del señor Zuleta del domingo 20 de junio de 2010 me parece injuriosa, xenófoba, denigrante y agresiva contra todo un grupo social y étnico como lo es el pueblo paisa (entendiendo como tal a los nacidos en Antioquia y el Eje Cafetero).
3. Lo mejor que tiene El Espectador es la libertad que brinda a sus columnistas de hablar de lo que quieran. Lo del domingo no es libertad, es libertinaje, con el agravante de que es reiterativo en el señor Zuleta atacar despiadadamente al pueblo paisa a través de su crítica inmisericorde al señor Álvaro Uribe.
4. No todos los paisas somos uribistas. No todos los paisas somos como Pablo Escobar. ¿Por qué el señor Zuleta aplica su odio personal a todo un pueblo? ¿Acaso él no ha vivido la discriminación a través de su respetable condición de homosexual?
5. Por último. Este diario nació en Antioquia. Lo fundó un paisa. Créame que da dolor leer lo que el domingo publicaron. Soñaremos que en aras de la libertad de expresión, El Espectador no violente pueblos, transgreda barreras y permita hacer de la ofensa un arma publicitaria para tener más lectores.
Jorge Mario García García.Vicepresidente Comercial, Fiduciaria Central S.A.
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El artículo del señor Felipe Zuleta Lleras del pasado domingo (“Cambio de carteles”) merece un solo adjetivo: “ridículo”. La columna destila clasismo, regionalismo, odio por los oficios y la cultura popular, esnobismo. Está dictado por el odio y el resentimiento, no por la razón y la tolerancia, que son las virtudes más afines al espíritu de un gran diario como El Espectador.
Es muy triste que para el articulista “la majestad del cargo de Presidente de la República” consista en tonterías como que el Primer Mandatario lleve un frac “posiblemente hecho en Inglaterra” o que en lugar de empuñar las riendas de un caballo o tocar las ubres de una vaca, “agarra el grip de los palos de golf”. Zuleta arremete también contra la dieta tradicional antioqueña (frisoles y arepa) y contra la manera de hablar de los paisas. Este tipo de discriminación regionalista es una bobada: cada pueblo come y goza con lo que quiere. Los ingleses montan caballos de salto; para los andinos es mucho más seguro y cómodo haber desarrollado razas criollas mejores para nuestros caminos. Y por el hecho de que a algunos mafiosos les gusten los caballos, esto no vuelve mafiosos a todos los caballistas. Asimismo, el oficio de ordeñador es mucho más antiguo, noble y útil que el de los jugadores de golf aficionados.
Burlarse del acento antioqueño o de su apego a ciertas tradiciones de la tierra (caballos, vacas, poncho, carriel) es tan tonto como si un antioqueño se burlara de la ruana o el tejo boyacense, del ajiaco bogotano o del arroz con coco costeño. ¡Qué bueno que tenemos un país rico y diverso en el que caben tanto el ajiaco como los frisoles y el arroz con coco! ¡Qué bueno que nos guste el pan, pero también la arepa y el cuchuco!
Para criticar a Uribe no hace falta criticar su antioqueñidad. Muchas críticas se le pueden hacer a su gobierno, pero éstas no tienen nada que ver con su acento al hablar, ni con su gusto al comer, ni con el hecho de que le gusten los caballos de paso fino, o con que no se compre los fracs en Inglaterra, sino los ponchos en Titiribí. Criticarlo por esto revela los prejuicios de clase y de región del columnista. Revelan un alma mezquina y enceguecida por las adversidades políticas. Nada más.
Benjamín Restrepo P. Medellín.
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Leyendo el artículo “Cambio de Carteles” del columnista Felipe Zuleta Lleras del domingo 20 de junio, me dieron ganas de cancelar mi suscripción al periódico; me siento muy, muy indignado con El Espectador y con este periodista; no sólo me da rabia por ser paisa, ni por ser uribista, me da rabia por la cizaña que siembra este tipejo, me da rabia por irrespetuoso con el Presidente del país, me da rabia por las comparaciones ridículas que hace entre Uribe y Pablo Escobar, me da rabia por desmeritar los fracs hechos en Colombia, me da rabia por criticar odiosamente la comida de mi país, me da rabia por despreciar atuendos típicos de mi región como el poncho y el carriel, me da rabia por mentir acerca del mal comportamiento del Presidente en la mesa, me da rabia la expresión “Nuevo Cartel de Medellín”, inclusive me da rabia la cara de este imbécil con postura de pensante griego, como diría Oriana Fallaci. Escribo estas líneas con la Rabia y el Orgullo que me produjo este artículo.
Juan Camilo Montoya. Medellín.
De la Sala Penal de la Corte Suprema
A propósito de la negativa de El Espectador a dar trámite a una solicitud de rectificación, por improcedente, la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia envió la siguiente comunicación:
En nuestra especial condición de Magistrados de la Sala de Casación penal de la Corte Suprema de Justicia, atentamente le informamos que en la Sala Plena Penal realizada el 16 de junio de 2010 pudimos constatar que somos ajenos, como fuente, en lo señalado en el artículo de fecha 4 de mayo de 2010 respecto a los temas de modificación a las reglas que gobiernan el instituto de la extradición con Estados Unidos, la intervención de la Corte Penal Internacional en el derecho interno colombiano, la privación de la libertad de los narcotraficantes solicitados en extradición en las bases militares de los Estados Unidos destacadas en Colombia y los demás puntos a los que el mencionado artículo pueda referirse.
María del Rosario González. José Leonidas Bustos. Sigifredo Espinosa. Alfredo Gómez. Augusto J. Ibáñez. Jorge Luis Quintero. Yesid Ramírez. Julio Enrique Socha. Javier Zapata. Bogotá.
Envíe sus cartas a lector@elespectador.com