Hace más de un año concedí una entrevista extensa al señor Francisco Celis Albán, interesado en el tema de la diversidad sexual.
En aquel momento puse énfasis y exigí que todo texto o publicación sobre nuestra conversación debía ser revisado y aprobado por mí, exigencia normal que se supone garantiza el respeto a la dignidad de las personas y la veracidad testimonial. El señor Celis publicó en un libro reciente, con gran despliegue mediático y para sorpresa mía, el resultado de la entrevista, junto con otros trabajos. Si bien en alguna oportunidad me había enviado el texto de su cosecha, expresando que le gustaría profundizar un poco en algunos aspectos, nunca volvió a comunicarse conmigo.
El miércoles pasado se publicó en este medio una entrevista con el señor Celis sobre su “investigación”, donde se arroga el derecho a hablar de detalles reales o supuestos de mi vida, sin consideración alguna a la confidencialidad de nuestra única conversación y violando todo lo acordado.
Como cualquier réplica de mi parte será utilizada por el autor del libro como polémica publicitaria, sólo deseo expresar mi protesta ante El Espectador, por darle vía a una persona que se expresa de una tercera sin su consentimiento, particularmente cuando compromete su vida privada, implicando que el o la autora de la entrevista también carece del sentido ético que rige la profesión, y, peor aún, del mínimo sentido crítico para su ejercicio. Teniendo El Espectador a críticos literarios de tan gran valía como Héctor Abad o William Ospina, no deja de sorprender la ligereza en la que ocasionalmente incurren otros cronistas.
Me queda claro ahora que el señor Celis representa un caso más de “liviandad ética”, cuando menos, todo lo contrario a lo que manifiesta en su “búsqueda investigativa”. Ignora la responsabilidad profesional del comunicador y se comporta abusivamente buscando únicamente su prestigio personal y comercial a partir del ejercicio del periodismo más ramplón: todo lo que hace que la libertad de prensa acabe siendo una cortina de humo para encubrir la morbosidad de los mercachifles.
Espero que el público que haya visto la entrevista del martes pasado o cualquier otro material del que cotidianamente se produce para que la sociedad reflexione sobre la comunidad LGBT, se dé cuenta del flaco favor que hacen los medios y personas como el señor Celis, para lograr la inclusión de todas las opciones de vida al interpretar con simplicidad y torpeza la riqueza vital y la propuesta que representamos las personas transgénero. Cordialmente los invito a buscar fuentes alternativas y propias de expresión, como el nuevo canal www.dominiog.com, por ejemplo, y a cuestionar con el profesionalismo que se requiere a los autores que entrevistan, para construir una visión crítica acerca de este tipo de trabajos y que no se perpetúe la visión sensacionalista del mundo de la cual depende la mediocridad mediática de personas como el señor Celis.
Brigitte Luis Guillermo Baptiste. Bogotá.
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