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Sin Zuleta y Cepeda

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Columnistas elespectador.com
22 de diciembre de 2009 - 04:24 a. m.
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Los anuncios que nos amenazan con el retiro, por razones electorales de sus columnistas Zuleta y Cepeda, invitan a que, aupado por lectores como el suscrito, El Espectador se declare en desobediencia civil para cumplir con este requisito (¿regla de juego? ¿Disposición legal?) que, digno de un juego electoral transparente, en absoluto se lo merece el presente colombiano.

Cuando el primer ciudadano de la Nación reiteradamente ha manifestado su, por decir lo menos, reticencia a cumplir con las reglas de juego electorales por no mencionar las constitucionales tocantes a este proceso, resulta cuando menos inequitativo en contra de sus opositores que, además, ellos tengan que obrar como en otras distintas épocas retirándose de las páginas de los periódicos.

Lo anterior invita también a debatir acerca de la verdadera contribución que esta práctica (¿regla de juego? ¿legalismo?) criolla pueda estarle haciendo a nuestra ardua tarea constructora de democracia. Acallar en la prensa las voces de los ciudadanos que deciden hacerse elegibles aparece de bulto como un contrasentido, más en una coyuntura en la que el incumbente cuenta a su favor con el presupuesto nacional y la inclinación poco loable de buena parte de los canales de radio y televisión.

Es más, si eventualmente esta práctica obedeciera a algún código ético interno, habría que entrar a cuestionar qué tan ético es acallar las voces de quienes hacen la política precisamente en el momento en que se someten al abierto escrutinio electoral cuando, a la hora de la verdad, lo verdaderamente ético es, como lo practica El Espectador con o sin elecciones, darles cabida a las opiniones más diversas en acto loable de pluralismo.

 Bernardo Congote. Bogotá.

Abadía Méndez y las bananeras...

Ante todo quiero expresar mi agradecimiento por la mención que hicieron de nuestro libro colectivo Bananeras, huelga y masacre, en la edición del domingo 20 de diciembre, sección “El rincón de la academia”. Es digna de alabanza la labor de difusión de investigaciones académicas sobre el pasado y presente del país que hace El Espectador en dicha sección. En el caso del libro reseñado, es más encomiable la referencia hecha por ustedes, pues se trata de un evento que marca no sólo la historia contemporánea de Colombia, sino los procesos de recuperación de la memoria histórica de sus ciudadanos y ciudadanas.

Precisamente para mantener la calidad de los comentarios que allí se hacen es conveniente corregir una errata que aparece en la nota mencionada: el gobernante durante la huelga y masacre de las bananeras no era (Mariano) Ospina Pérez, sino Miguel Abadía Méndez, quien fue presidente de la República entre 1926 y 1930.

 Mauricio Archila Neira. Bogotá.

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