Es importante que investiguen qué va a pasar con las medidas transitorias que ha tomado el Ministerio de Transporte en lo referente al Runt, pues las licencias de conducir y las tarjetas de propiedad de los vehículos nuevos que están expidiendo sólo tienen vigencia hasta el 31 de diciembre de este año.
¿Qué van a hacer antes de que estos documentos provisionales se venzan? ¿Les van a enviar a las personas que los tienen —como sería lo justo— sus documentos definitivos a sus casas? ¿Se va a formar otro caos para reclamarlos? ¿Van a prorrogar la vigencia de los actuales? O lo peor, que siempre hay que esperarlo en este país, ¿los conductores y propietarios se van a encontrar con que el primero de enero no podrán conducir ni sacar sus vehículos, porque todos los documentos están vencidos y, naturalmente, en los primeros días de enero nadie atiende en las oficinas públicas?
Este es un hecho de la mayor gravedad, que afecta la vida económica y social de los ciudadanos. No puede permitirse que se quede en pañitos de agua tibia y que los responsables se salgan por la tangente.
Felipe Ossa Domínguez. Librería Nacional Unicentro. Bogotá.
Cultura del silencio
La vida moderna está asediada por el ruido, los estropicios y destrozos que ha traído el desarrollo de la tecnología, especialmente en los medios de comunicación que, so capa de diversión, han venido a fomentar la cultura del ruido alebrestando a las gentes y haciéndole perder su sosiego. La cultura del silencio debería ser un contrapeso de esa manía del ruido.
Y pensar que los apologistas del silencio son tan variados como ilustres. Carlyle en su densa obra empleó largos discursos para recomendar el silencio. El silencio es apacible, como apacible es una lejanía, nos dice. El silencio, como los incensarios, produce más aromas que lumbre. La poesía pura, sin lastre intelectual, sin estridencias, sin oropeles, no es el mundo del exterior, cuajado de ruidos, sino de la abstracción silenciosa de los sueños. Los grandes inventos, las grandes empresas, las grandes conquistas del hombre y hasta las verdaderas revoluciones se han tejido con la fina madeja del silencio.
Hay en el Quijote —siempre el Quijote— un hecho glorioso, y es que, al abandonar la hospitalaria casa don Quijote, donde fue acogido con esmero, le dice a Sancho que lo que más hubo de gustarle allí fue el maravilloso silencio que reinaba bajo el cobijo de sus aposentos. Y en la principal obra de Shakespeare, éste pone a decir a su principal protagonista, Hamlet, antes de morir: the rest ist silence (el reposo es silencio). Y es que el mundo no es otra cosa sino nuestra creación, nuestra representación en el yo íntimo, cubierto de silencio. Fuera del silencio de uno mismo el mundo no existe. No es nada. O, mejor, es la nada. Lo que constituye el mundo, es el mundo recatado en nuestro interior cubierto de silencio.
José Ríos Trujillo. Bogotá
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