El editorial de El Espectador del pasado sábado se pregunta sobre los resultados en ventas de la Feria del Libro y sobre qué se está haciendo para promover el libro y la lectura en el país. Moisés Melo, director de la Cámara, sentó una posición interesante al respecto en el discurso inaugural de la Feria.
Sus palabras esta vez no se centraron en el aspecto industrial y comercial del libro, como es tradicional en este evento. Habló de la lectura.
No quiero abundar en los beneficios de la lectura, bien conocidos por quienes leen e inútiles como discurso para quienes nunca lo han hecho. Creo que el debate se debe dar a otro nivel y comprometer de una manera más amplia a la sociedad y al Estado. Porque de otra manera corremos el riesgo de seguir recriminándonos año tras año con lo que no puede suceder si no hacemos que forme parte integral del tejido con el que nos estamos construyendo como sociedad.
Si pensamos que en Colombia el 64% de puntos de venta de libros están concentrados en tres grandes ciudades y que en 13 departamentos del país existen menos de cinco librerías, podemos entender la inmensidad del problema y podemos calcular la importancia de un sistema de bibliotecas públicas, como una de las pocas posibilidades que tiene la mayoría de los colombianos de acercarse al libro, a la lectura, a la información y al conocimiento: para hacer investigación y ciencia, para contribuir al desarrollo de los niños, para conocer y aportarle al país o para construirse a sí mismos.
Consciente de esto, el país lleva seis años empeñado en el desarrollo de un Plan Nacional de Lectura y Bibliotecas que permita llevar a todos los municipios bibliotecas públicas bien dotadas, con bibliotecarios estables y formados para su tarea, con programas de promoción de lectura. Aunque aún falta camino por recorrer, se ha avanzado mucho y hoy el cubrimiento a nivel de los municipios es casi total. Pero hay que garantizar la sostenibilidad y el crecimiento de este sistema. Y eso sólo se logra con una conciencia, de la sociedad y de las sucesivas administraciones, de lo que ahí está en juego.
Y lo que ahí está en juego puede vislumbrarse cuando oye uno al bibliotecario de un municipio del Meta contar que los muchachos pasan a preguntar si ha llegado algún nuevo libro a la biblioteca —cosa que muy rara vez sucede por falta de recursos— o cuando en el Chocó una joven expresiva y animosa que tiene a su cargo la biblioteca de una población ubicada a dos días de camino de Quibdó, suelta esta frase que merecería ser un titular de prensa: “Los niños de Medio Baudó ya se leyeron todos los libros de la biblioteca”.
El Plan Nacional de Lectura y Bibliotecas debe seguir adelante con el apoyo del Gobierno Nacional, pero necesita afianzarse aún más. Por eso se ha presentado ante el Congreso de la República un proyecto de ley de bibliotecas públicas que hoy cursa en el Senado y que, de aprobarse, le permitirá al país, en todas sus regiones, invertir de manera organizada en su mayor riqueza: la gente.
Ana Roda Fornaguera.Directora Biblioteca Nacional.