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Los que tratamos de tomar decisiones de tipo electoral acudiendo al “no tragar entero” teníamos en Mockus una esperanza, no tanto por el modelo típico de votar por una persona, sino por un equipo de gente muy preparada, con grandes cualidades y, ante todo, con una imagen más honesta que el perfil tradicional del político.
Sin embargo, visto todo lo sucedido el fin de semana anterior, estoy convencido de que contra la política asistencialista que usan los políticos para obtener electores no hay nada que hacer, pues la gente en Colombia no vota engañada, sino que acude a las urnas a conciencia respaldando al político que le brinda algunas migajas de una torta del Estado. Y ello por derecho, no por favor.
La labor de los dirigentes honestos y que piensen en el país debiera ser propagar la idea en los colombianos que si hoy votan por un subsidio en lugar de hacerlo por un programa que les brinde oportunidades y derechos, mañana sus hijos y nietos seguirán el círculo vicioso de toda la vida y en lugar de un Estado que responda por ellos con verdaderas políticas de salud, educación, etc., tendrán que vender su voto por los pocos subsidios que estén rogando por obtener, lo que los eternizará en la pobreza.
Guillermo Rodríguez C. Pereira.
La abstención ganó
El triunfador del pasado domingo fue el abstencionismo. 51 colombianos de cada 100 que podían votar no fueron a las urnas. No están con Santos ni con Mockus, ni con Petro, ni Vargas, ni conservadores ni liberales. Las causas son múltiples. No le creen al Estado ni al gobierno y desconfían de una democracia que no interpreta sus intereses. Como no les resuelven sus necesidades básicas, ellos le dan la espalda al proceso electoral dirigido por una clase política desprestigiada.
En 2002 el presidente Uribe logró ganar la Presidencia en la primera vuelta con una votación del 51%, pero con una abstención del 53,53%, como quien dice, un respaldo global de 23,7 colombianos de cada 100 que votaron efectivamente. En 2006 triunfó en la reelección nuevamente en primera vuelta con el 62% y una abstención del 54,95%, es decir, un respaldo global de 27,9 colombianos que realmente votaron. Interpretando el impacto de la abstención en estos ocho años de uribismo, objetivamente y de acuerdo con el resultado de las urnas, el Presidente nunca tuvo un respaldo mayor de 30 ciudadanos del total de la cauda electoral, contrario a lo que nos decían los medios. Ahora que el uribismo se vino con todos los juguetes no logró pasar en la primera vuelta, se redujo en 15,5% con respecto a 2006 y sólo 22 colombianos de cada 100 que pueden votar respaldan a Santos.
Miguel Ángel Tovar. Bogotá.
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