El presidente electo les agradece obsesivamente y por separado a Dios y a Uribe por todo lo maravilloso que le ha pasado últimamente.
Tola y Maruja se equivocaron por creer que para Santos, Dios era Uribe; pero Santos tiene las cosas claras: Dios es un aliado electoral y Uribe otro. Sin embargo, al aliado principal que fue el ateísmo de Mockus no le da las gracias, como tampoco a Ortiz y a Rendón, los estrategas a quienes corresponde el mérito de la picardía. Por más colaboradores que consiga, Santos puede estar seguro de que ninguno logrará sacarle a Mockus la confesión de que es un ateo, porque no lo es, y él no dice mentiras. Que yo sepa, o supiera, Mockus era agnóstico; una posición que por lo general asumen los torturados “espiritualmente” por la imposibilidad de demostrar que Dios existe o no existe.
Aunque probablemente Mockus no se acuerda pero yo sí, alguna vez tuve la oportunidad de conversar brevemente con él y preguntarle por qué no aceptaba de una vez por todas que era ateo. Yo había llegado a su clase 10 minutos antes de tiempo, y él ya estaba sentado y listo para comenzar. En respuesta a mi pregunta dijo, sin alterarse, sin cogerse estúpidamente la cabeza, y en tono pastoral, que era “epistemológicamente” escéptico; y que aunque en términos religiosos esto significa “agnóstico”, lo que él era debía definirse en realidad como un católico colombiano, porque así es como vivía la vida cotidiana: yendo a misa e incluso comulgando cuando era necesario, con la convicción de que todo lo que sirviera para que la gente viviera “éticamente” era, o es, bueno. Además, que para gobernar en Colombia o cualquier otro país —que era en realidad el tema del curso— el respeto por los símbolos y la comprensión de las diferencias culturales eran fundamentales para contar con la credibilidad de la gente.
Para el elegido nuevo líder de la Ú-nica cobija para todos, le tengo un par de preguntas y una sugerencia: ¿Qué cree que se hizo Dios, o pensó, cuando le cayó la roya a las familias que a él, Santos, le “partieron el corazón” cuando descubrió que unos soldados se estaban ganando una platica adicional por acabar con unos individuos que no eran propiamente virtuosos? ¿Se le partió de vergüenza por haber guardado silencio, amparado por el noble espíritu de cuerpo según el cual a la tropa no se le baja la moral en medio de la guerra; o se lo partió de susto porque el tema cogía vuelo y algún mal patriota como Felipe Zuleta o alguna organización guerrillera con sede en Washington iban a meterlo en problemas? ¡Vamos hombre! Quédese con Dios, deje a Mockus en paz, demuestre su independencia de Uribe y forme el partido de la V de verdad. Por lo pronto, sin importar a quien contrate o diga, la gente como yo lo verá como el jefe del partido de la P de Pinocho.
Y para el jefe del Partido Verde: ¡Vamos hombre! Defienda la laicidad de la Constitución. Si la ignorancia colombiana no entiende qué es eso, para eso ha hecho usted carrera de educador.
Juan Luis Rodríguez. Bogotá.
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