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Un 9 de abril

Columnistas elespectador.com

08 de abril de 2010 - 10:45 p. m.

Llevo años viendo las conmemoraciones, cada vez menos “sentidas”, del aniversario del asesinato de Gaitán.

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Mis padres, gaitanistas desde los tiempos de la UNIR en los años treinta, nunca se repusieron de esa pérdida y esa derrota, caso final, para una Colombia democrática. Quince años después del asesinato de Gaitán nací yo. Nunca supe por qué no me pusieron Jorge o Eliécer, y se quedaron simplemente con un “imperial” César. Mi segundo nombre, Ignacio, me lo pusieron por Ignacio Torres Giraldo, aquel gran luchador socialista de los años veinte.

Pues a mí me hubiera gustado llamarme Jorge Eliécer, como un tributo al sueño de mis padres y de tantos colombianos. Sé que el nombre marca de alguna manera una primera identidad en un niño, pero cuando se está entrando en la madurez, como en mi caso, uno se plantea otro tipo de preguntas: ¿qué hubiera pasado si yo no me llamara César sino Eliécer?, ¿cambiaría en algo mi vida? A mis hijos, en cambio, les puse los nombres de mis “ídolos” de juventud: Carlos (por Pizarro), y Jaime (por Bateman). No sé qué pensarán ellos en el futuro cuando conozcan estas historias. ¿Querrán cambiarse de nombre? ¿Les molestará asumir el peso de la historia? Hoy, un 9 de abril más, 62 años después de la muerte de Gaitán, Colombia sigue navegando a la deriva y vivimos una vez más las elecciones del país “político”. Si no hubieran matado a Gaitán, seguramente la historia de mis padres hubiera sido distinta (no lo habrían perdido todo en su pueblo natal, La Vega) al igual que la del resto de nosotros.

César Ramos. Bogotá.

Piedad no es Teodora

El ilustrado columnista de los domingos Mauricio Botero Caicedo tendrá la razón y el derecho de exponer sus ideas de extrema derecha y proponer sus formulaciones, basadas en su innegable sapiencia, como en la lectura de publicaciones extranjeras, a las cuales parece adicto. Sus lectores asumirán cada cual el contenido de sus columnas como la interpretación de las mismas. Asimismo, es propio de intelectuales y columnistas tener sus preferencias y admirar o criticar las personas y sus posiciones políticas. Lo que sí es un desafuero indigno de columnistas de alta valencia intelectual es ofrendar con trato peyorativo y ofensivo, como en el insultante comentario que hizo el señor Botero Caicedo sobre las actividades de la senadora Piedad Córdoba, persona muy querida y valiosa para buena parte de los colombianos.

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 Luis Ernesto Castañeda. Cali.

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