El nuevo año será especialmente significativo para los colombianos, acostumbrados a las emociones fuertes.
No sólo lo será por las diatribas de Chávez, que continuarán, y por sus continuas amenazas de guerra y sus frecuentes sicosis de invasión de su territorio —cuando lo que está en el fondo de todo es la protección de las minas de coltán, que se acaba de descubrir, entre otras razones suficientemente conocidas—, ni por la interminable discusión acerca de la instalación de las bases militares gringas en territorio patrio, avaladas con inconsistentes argumentaciones cada vez más frecuentes por el Departamento de Estado y cada vez menos relevantes por parte del gobierno de Uribe, asediado, además, por las recientes declaraciones de la Cancillería brasileña, que exigen mayor claridad en los términos del tratado de cooperación militar; ni por los frecuentes choques de trenes de las altas cortes, que obstaculizan el anhelado acercamiento a una unidad en el diseño de la jurisprudencia que la vuelva confiable y garantice la seguridad jurídica de los asuntos, ni tampoco sólo por el nuevo capítulo que promete abrirse a raíz de la extradición de David Murcia Guzmán, quien ha ofrecido denunciar a otros miembros de la clase política, además de Rojas Birry, actual personero de Bogotá, en la malhadada rueda de los dineros de las pirámides.
Tampoco lo será sólo por las investigaciones abiertas a Arias y a Fernández por los escándalos de los subsidios de Agro Ingreso Seguro, ni por el prontuario anunciado a Maza Márquez por su eventual participación en el magnicidio de Galán. Seguirán desvaneciéndose, sin duda, los ecos de la fallida Cumbre de Copenhague, que resolvió seguir dejando muy mal parados a países como el nuestro, que si bien no aportan índices significativos al envenenamiento del planeta, sí resultan muy afectados con las emisiones de los gases contaminantes. Será singularmente significativo al resolverse la viabilidad jurídica de un nuevo período de gobierno del presidente Uribe, por parte de la Corte Constitucional. Cada quien ofrece su hipótesis, no necesariamente con la Constitución en la mano, pues algunos hablan de que primarán criterios políticos en la decisión. Es probable que ello ocurra, pero es técnicamente difícil e impresentable, conocidas las falencias de orden formal y material que acompañan el mamotreto de la nueva reforma constitucional sometida a estudio. Precedido este episodio por las elecciones del Congreso en marzo, en las que los colombianos por primera vez escogerán igualmente sus representantes al Parlamento Andino y al que presentaremos nuestro nombre. La otra cara del nuevo año será la del Mundial de Fútbol, para el que cada cual tiene su candidato, ante la desastrosa eliminación de Colombia. Año Nuevo bastante entretenido.
José López Hurtado. Bogotá.
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