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Un error atrevido...

Columnistas elespectador.com

11 de octubre de 2009 - 08:49 p. m.

Quiero protestar por la intervención de los correctores del periódico El Espectador, quienes adulteraron el contenido de mi columna, titulada “El líder contra la justicia” y publicada en el día ayer.

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En el primer párrafo introdujeron abusivamente la palabra “Uribe” (que nunca estuvo ahí) y cambiaron completamente el significado de mi escrito.

Ruego que se aclare este abuso que se ha cometido.

 Armando Montenegro. Bogotá.

San Obama

A propósito del editorial del domingo, titulado “El Premio Nobel de la esperanza”, quisiera exponer, en primer lugar, que hay que considerar la inmerecida concesión del Premio Nobel de Paz al carismático presidente Barack Obama (que indudablemente es mejor actor que cualquier estrella hollywoodense) desde la sospecha de qué se esconde detrás de este hecho, que, conociendo los tentaculares alcances de los poderosísimos grupos económicos norteamericanos, no parece ser en modo alguno gratuito. Lo que la Corporatocracia gringa (verdadero Emperador del Imperio) busca ahora es posicionar a su Representante No Declarado como una suerte de Santo Sin Mácula ante la engaitada Opinión Pública Mundial con el propósito de que sus acciones de aquí en adelante en contra de los gobiernos reacios al infame dominio de las corporaciones transnacionales (especialmente las petroleras, verdaderos amos del presidente estadounidense, ya sea éste republicano o demócrata, blanco o negro, detestable o encantador) sean vistas como acciones “absolutamente justas y merecidas”, pues, a diferencia del mesiánico líder de los Estados Unidos, sus opositores (políticos, no personales) aparecen en el imaginario colectivo, gracias a la campaña mediática de desprestigio emprendida por aquéllas, como verdaderos “demonios” o por lo menos “locos”. Así, pues, en este mundo tan retorcido en el que vivimos, en el que el iracundo dios Mercado todo lo puede, no deberíamos ser tan ingenuos como don José Saramago con respecto a las expectativas puestas en un simple mortal encadenado a la monstruosa maquinaria que mangonea al orbe entero y que no duda ni un segundo en patrocinar Golpes de Estado o emprender guerras injustificadas con tal de que al final de las masacres y los genocidios las utilidades sean cuantiosas.

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 Gabriel Álvarez. Cali.

 

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