Me gusta leer la prensa europea, y buscar lo que los franceses llaman “faits divers”, hechos curiosos.
Hoy me encontré con una noticia singular que de pronto haya aparecido en algunos cables internacionales de prensa. El 31 de diciembre pasado, según cuentan los diarios europeos, Heidi Schwark, una alemana de 65 años en la ciudad de Kiel, perdió a su perro. Hasta aquí, la noticia no tendría nada “extraordinario”. El problema está en que la mujer llamó a la policía, pidiéndoles ayuda y cuál no sería su sorpresa al conocer horas después que el perro, llamado Robby, había sido atropellado. Al principio la policía le dijo que así lo habían encontrado, pero después confesaron que ellos mismos lo habían atropellado a propósito, pues no habían podido capturarlo y el perro representaba un peligro para los automovilistas. Sin embargo, aquí no termina la historia. Esta semana, Schwark recibió una carta de la policía, en la que le ordenan que pague 2.600 euros (casi 9 millones de pesos) por los daños que el perro le causó al carro de la policía. Un fragmento de la carta, publicado por el diario francés El Telegrama, del 2 de febrero, dice así: “Frente a la imposibilidad de atrapar al animal o de abatirlo con un arma de fuego, debimos atropellar al perro para evitar los daños que podría provocar. Un policía debe saber elegir entre la vida de un perro y la de los conductores”.
¿Qué pensarán de esto Rin Tin Tin y el Comisario Rex, sin contar a los miles de perros policía que ayudan en su labor a las “fuerzas del orden” en el mundo entero? ¿Primará su espíritu de cuerpo (de policía) o su empatía de especie? ¿Qué pensarán de este crimen los dueños de perros en el mundo entero? Ojalá la señora Schwark no pague esa factura y más bien lleve el caso a una “Corte inter-humana-perruna”. Algunos anuncian una huelga de perros en Alemania, proclamando el derecho a la vida (de los perros) y el control a los excesos de la policía. El “pastor alemán” seguramente se declarará impedido.
Leonardo Luna. Pasto.
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