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In memoriam, Daniel Samper Toro y familia
Realmente lo sucedido en Vancouver, Canadá, al final del mes de abril con el atropellamiento masivo en un festival en dicha ciudad, llevándose literalmente entre los bómperes la vida de Daniel Samper Toro, su esposa y su hija nos duele infinitamente.
Quienes conocimos a Daniel desde la infancia, en el Liceo de Cervantes en la Calle 82, lo recordamos como un excelente compañero, buen estudiante, jugador de fútbol con un golpe importante a la pelota; de los pocos tenistas del grupo, con nosotros haciendo barra en los torneos del Club Fontanar, ya desaparecido; amigo de fiestas juveniles y solidario con todos. Nunca tuvo una controversia con alguno, como sucede en los colegios de antes y ahora; siempre colaborador en los temas sencillos, el partido de fútbol en el recreo, también al final de la tarde, la salida después de la cuatro para tomar un refresco y una mogolla en el viejo Bulevar, el juego de ping pong, o el bolo Chicó en la noventa con quince, o basquetbol en el viejo parque de la 93, antes de su estupenda remodelación, y muchos recuerdos más.
Ingeniero de sistemas, consideró en el 2000 tomar un rumbo diferente y emigrar legalmente a Canadá, para darle una mayor tranquilidad a su familia, esposa y dos pequeños. Se nos había perdido en el radar, hasta que por virtud de la tecnología hace cinco años en el chat grupal de la promoción cervantina de 1977 pudimos volver a reunirnos casi todos los de este grupo de amigos de la infancia. Daniel fue uno de los que más difícilmente logramos encontrar, y luego fue asiduo miembro y participante de chat. De hecho, discreto, ponderado, solidario, como siempre, en estos chats de muchas personas que por virtud de las circunstancias del país se convierten en calderas de opinión. Veía la situación desde la lejanía y decía que en Canadá la situación, aunque siempre retadora en lo económico, se vivía en calma y tranquilidad, y de hecho así es, a pesar el infausto suceso que acabó con su vida.
Lo acaecido nos impone varias reflexiones: la obvia, para morir solo hay que estar vivos, independientemente del lugar y las condiciones existentes; otra, que siempre la paz es la del día a día, y que siempre, como decía Gandhi, si “usted está en paz con usted mismo, al menos hay un sitio pacífico en la Tierra”, y que, duele mucho su partida, pero al menos, como consuelo, estuvo alegre y con su familia y en paz.
De otro lado, la violencia de cualquier origen, ideológico, odio, criminal, por negocios, por celos, etc, es el principal factor que nos inquieta siempre; el asesinato de soldados y policías, los feminicidios, los carros bomba o, como en el caso de Daniel, un atropellamiento premeditado, que se han visto también en varias partes del mundo, solamente demuestra la intolerancia y el desconocimiento del otro; con inocentes caídos, nos ponen a prueba y con preguntas sin respuesta.
Ante esto, la fe y confianza en Dios son los mejores soportes. Descanse en paz querido Daniel con su familia; sus compañeros de promoción elevamos una plegaria por ustedes y sobre todo por su hijo, para que pueda seguir adelante, sobrellevando todo este dolor con su juventud y el recuerdo de una familia feliz.