No ha sido usual en la historia política del país anterior al siglo XX ni en la reciente, que al final de una elección presidencial se den dos tipos de resultados:
los que emite la Registraduría Nacional del Estado Civil y que definen al ganador por el mayor número real de votos; y el resultado de tipo moral, o sea el del contendor del nuevo presidente de Colombia, que en vez de ser un derrotado, se constituye en un ganador ante la conciencia por su fuerza ética, sus antecedentes de ciudadano ejemplar, su trayectoria gubernamental, además de su peso intelectual, superior al de muchos dirigentes, obviamente sin el recorrido del camino escabroso de la política tradicional, lo que significa que no aprendió a aparentar, ni a mentir, simplemente fue él mismo sin miedo. Todo esto reconocido por sus admiradores y contradictores.
La tarea de los verdes ha comenzado con una experiencia valiosa para varias generaciones, es decir, desde los primivotantes hasta la gente de la tercera edad, ganada durante este proceso que fue diferente por la calidad de los candidatos durante la primera vuelta, los debates de la segunda, la energía que emergió para enfrentar la tenebrosa propaganda malintencionada, pero sobre todo por las verdades que Mockus pudo expresarle a Santos en un marco de relativo respeto (los dos tienen dificultades de expresión verbal fluida, pero eso es diferente).
La lección que deja esta elección presidencial es muy grande, se espera la tengan en cuenta, no de labios para afuera sino del alma hacia dentro, los ganadores del poder. Más de tres millones y medio de verdes se convirtieron en la verdadera conciencia del país para vigilar todas las acciones gubernamentales que en adelante se emprendan. Y cuando haya necesidad de denunciar, que la cuestión esté tan bien argumentada que sea contundente y se protejan de verdad los intereses de la población más vulnerable.
Ana María Córdoba Barahona. Pasto.
Cambia el tono
Lo bueno de que llegue Santos al poder es que nos quedamos, exclusivamente, con lo mejor del uribismo. Si el propósito de unidad nacional es sincero, no habrá más polarización. El cambio, que no es de contenido, por lo menos lo será de forma. Y en ello ya hay bastante para celebrar. Falta ver si el enorme apoyo con que cuenta le permite a Santos avanzar en la formulación de reformas estructurales como las que propuso el candidato del Polo Democrático, Gustavo Petro.
Yolima Sánchez. Ibagué.
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